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Star wars: el despertar de la fuerza

Caratula de "La guerra de las galaxias. Episodio VII: El despertar de la fuerza" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público: Jóvenes-adultos

El 25 de mayo de 1977, en una galaxia cercana, no hace demasiado tiempo, se estrenó una película La Guerra de las galaxias que sorprendió a todo un planeta.

Hoy, más de treinta años después, la saga continua tras la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte (hechos narrados en el Episodio VI: El retorno del Jedi). La galaxia sigue en guerra y parece que un despertar en la Fuerza podría cambiarlo todo, otra vez.

Luke Skywalker, el último Jedi vivo, ha desaparecido y encontrarlo será el objetivo de todos. Una nueva República se ha constituido, pero una siniestra organización, la Primera Orden, ha resurgido de las cenizas del Imperio Galáctico. Desde la Resistencia siguen luchando los héroes de entonces a los que se les unen otros nuevos: Finn, un soldado de asalto de la Primera Orden, Poe Dameron, un valeroso piloto rebelde, Rey, una humilde chatarrera, interpretada magníficamente por la actriz inglesa Daisy Ridley, y BB-8, un androide rodante. Todos ellos lucharan contra las fuerzas del Mal: el Líder Supremo Snoke, el Capitán Phasma y Kylo Ren, un terrorífico y misterioso personaje del Lado oscuro de la Fuerza.

Esta nueva entrega parece ser como un nuevo episodio IV que pretende, cobijada por héroes de antaño (Han Solo, Leia, Luke, Chewbacca, C3PO y R2D2), recomenzar la saga para las nuevas generaciones. Por ello, se repiten muchos de los ingredientes de La Guerra de las Galaxias que aunque resta originalidad a esta entrega no se la debería reducir a una mera copia de aquella. El punto de inflexión (detonante) radica en el personaje de Finn, un joven soldado de asalto que tras haber sido educado desde muy niño para obedecer sin pensar, toma una decisión propia que generará una serie de acontecimientos vitales para ese nuevo despertar de la Fuerza. Existe, pues, algo en Finn que no es domesticable a la manipulación del Imperio o de la Primera Orden y que le hace capaz de elegir.

A nivel narrativo nos encontramos los mismos patrones y arquetipos que en La Guerra de las Galaxias (y muchas otras películas), heredados, quizás, de ese libro sobre el viaje del héroe que el propio George Lucas confesó vital para su vida: El héroe de las mil caras, del mitólogo estadounidense Joseph Campbell[1]. Tras la lectura apasionada de ese libro, y de la trilogía de El Señor de los Anillos de Tolkien, Lucas modificó su guión e introdujo el concepto de la Fuerza. En cualquier caso en esta entrega tenemos un guión muy cuidado en donde los diálogos no parecen estar al mismo nivel siempre, especialmente en la batalla final y en algún otro recurso de guión algo forzado. Sin embargo, los efectos especiales, los efectos sonoros, el sonido, el vestuario y la dirección artística están al mismo nivel de una oscarizable banda sonora, de un gran montaje y de una acertada dirección al mejor estilo Abrams (Serie Alias y Perdidos, Saga Star Trek, Mision Imposible III y Super8). Una notable entrega que contentará a los fans de entonces y conquistará a las nuevas generaciones.

Un fan de Star Wars de 1977 es hoy un adulto, quizás padre de familia que le ha contado a sus hijos las historias de Han Solo y Luke Skywalker. El arranque de esta nueva película, con la mítica y entrañable banda sonora del maestro Williams, hará que los adultos vuelvan a aquellas sensaciones. Pero ahora se les erizará la piel al lado de sus hijos que comenzarán a dar sus primeros pasos en el camino de la Fuerza. Y es que la relación padre-hijo en Star Wars, como en la vida, es de enorme importancia. Pero, ¿qué es eso de la Fuerza?

En palabras de Obi-Wan Kenobi quien habla por primera vez de la Fuerza en la saga: la Fuerza es lo que le da al Jedi su poder, es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes, nos rodea, penetra en nosotros, y mantiene unida la galaxia. Este concepto de energía evoca a “las religiones newage” propias de la época posmoderna actual; algunas de estas creencias hacen reinterpretaciones de mitos o religiones previas e incluyen perspectivas espirituales a conveniencia. Y aunque esta entrega se aleja de ese newage y se acerca más al misticismo, habrá que esperar a las próximas entregas para ver el desarrollo de este tema que solo queda apuntado.

A pesar de ello, existen puntos de encuentro entre Star Wars y las grandes religiones de la historia: 1) El poder de la Fuerza aunque está dentro de nosotros no lo generamos nosotros, lo descubrimos; no invade nuestra libertad; 2) Se reconoce el valor/dignidad que tiene la persona o todo ser vivo por existir; 3) Star Wars esta abierta a la trascendencia, por ejemplo, porque indica que hay algo más que la nada tras morir. Aunque no se puede hacer un estudio detallado de este tema si es recomendable no reducir el diálogo a las diferencias sino a las semejanzas. De esta forma, Star Wars puede convertirse en un recurso pedagógico muy útil.

Desde un punto de vista temático, vale la pena destacar: el protagonismo dado a la mujer, el riesgo de la ausencia de la figura paterna durante la educación de los hijos, el valor de la lealtad, la amistad y el honor, la importancia del testigo para hacer real “la leyenda” y cómo el lado oscuro genera impulsividad y violencia mientras que el lado luminoso de la Fuerza transmite concentración, equilibrio y paz.

La expectación generada por esta saga superan todo lo conocido hasta la fecha y los números de recaudación superarán cualquier dato alcanzado en el pasado. Los centros comerciales llevan meses preparados para abastecer a las avalanchas de consumidores compulsivos que tras el despertar de la Fuerza experimentarán un despertar consumista; querrán, lo primero de todo, la excelente e inmejorable banda sonora de John Williams, que lleva varios días siendo número uno en ventas digitales; querrán también los libros y cómics que narren aventuras pasadas y futuras que quedan tan solo apuntadas con las películas; y como no, buscaran ropa con sus personajes preferidos; hasta pijamas para que en la oscuridad de la noche y el misterioso mundo de los sueños, sus héroes los cuiden y defiendan del lado oscuro que todos intuimos que hay en la vida… Sería enorme la lista de productos generados de merchandising. Star Wars es, sin lugar a dudas, el fenómeno trasmediático por excelencia.

Por un lado Star Wars podría ser una especie de telenovela o western espacial pero sobre todo es una película que nos muestra la verdadera y única lucha al fin y al cabo: la del bien (el lado luminoso de la Fuerza) contra el mal (el lado oscuro de la misma). Y por mucho entusiasmo desmedido que genere y por mucho juego discursivo que permita, viene bien recordar las recientes declaraciones de Mark Hamill, el actor que interpreta a Luke Skywalker: No os olvidéis de que tan solo es una película. Parece como si el propio personaje atravesara al actor y tratara de entrenar a los fans y evitar que depositen sobre una película más de lo que deberían. Como si nos dijera: sí, disfrutadla pero no os olvidéis de vivir.

¡Que la Fuerza nos acompañe!

 

 


[1] Leer artículo publicado el 17 de diciembre de 2015 en la revista digital Aleteia titulado: “Star Wars confirma que es un error eliminar las Humanidades para potenciar las carreras técnicas”.

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