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Magia a la luz de la luna

Magia a la luz de la luna   

Público recomendado: Jóvenes y adultos

Es difícil que Woody Allen nos sorprenda a estas alturas, tras más de 40 películas de autor con su sello tan personal. Desde los créditos, la tipografía y la música Jazz, diálogos rápidos e ingeniosos y un casting lleno de estrellas, sus películas son inconfundibles.

 

 

Las temáticas sí han variado en su filmografía, así como el tono general, pero siempre mantiene el mismo trasfondo sobre la trascendencia, planteado de una manera o de otra, y con respuestas difusas o dudosas. Es esta cinta, Allen abre una clara puerta al optimismo.

Stanley es un mago muy popular, que llena sus espectáculos haciendo desaparecer elefantes y cortando cajones con personas dentro. Por supuesto, todo tiene truco y mucho ensayo. Un amigo suyo le advierte de que hay una mujer en la Costa Azul francesa que dice ser una médium, es decir, que se relaciona con el más allá y es capaz de adivinar el futuro. Convencido de la falacia, accede a visitarla para desenmascararla y mostrar a todo el que la cree que sólo busca su dinero.

Sin embargo, cuando llega se ve sorprendido por una bella mujer que conoce cosas increíbles de cada uno y es incapaz de encontrar el supuesto truco. Sophie es una mujer mágica, que “vende” esperanza e ilusión. Chocan en ellos la razón y la ilusión, lo empírico y lo trascendente, ciencia y fe. En la vida… y en el amor, racional y por conveniencia hasta que aparece ese milagro, esas razones del corazón que la razón desconoce, citando a Pascal.

La cinta tiene dos lecturas: Una de puro entretenimiento, con la temática de la magia, un tema ya tratado por Allen “La maldición del escorpión de Jade”. A esta trama se suman las relaciones familiares y afectivas de los protagonistas, bastante interesadas y convenientes, y cómo no, surge una historia de amor romántico. Pero la trama verdadera que subyace en toda la cinta es el interés de Woody Allen por la trascendencia y las grandes cuestiones, las preguntas universales: “¿Cómo iba Dios a afanarse tanto si todo acaba en la nada?¿Habrá otro mundo? Qué sentido tiene todo?” Eso si, Allen mete en el mismo saco la magia, la médium, el espiritismo, la espiritualidad y Dios, como temas todos ellos que se escapan al pensamiento racionalista.

Esta evolución, esta conversión se refleja claramente en la escena del hospital, ante la previsible muerte de su tía Vanessa. Lo natural es pedir el milagro, rezar a Dios. Sin embargo, la cabeza le impide creer, y salta de la debilidad del necesitado al supuesto sentido común. Pero ¿cuál le hace más feliz? Claramente el primero. “Si lo que ella afirma fuera cierto sería muy esperanzador, que hay una trascendencia, que Dios existe. La realidad tendría una nueva interpretación”

Colin Firth interpreta esta vez el papel protagonista, a un hombre seguro de sí mismo, casi sobrado, el paradigma del racional que no sólo no admite sino que se burla de la pobre gente que cree en la magia. No puede dejar de imitar las posturas típicas y ademanes del propio Allen. Emma Stone realiza sin embargo una interpretación correcta pero sin carisma, sin brillo, lejos del encanto de otras musas como Scarlett Johansson o Mia Farrow.

En definitiva, una sesión de esperanza, con un final previsible y un giro inesperado que rompe la racionalidad ante el milagro del amor.

María Luengo

 

Magic in the moonlight

Estados Unidos, 2014

Director y guionista: Woody Allen

Intérpretes:  Colin Firth (Stanley), Emma Stone (Sophie), Simon McBurney (Howard Burkan), Eileen Atkins (Tía Vanessa), Marcia Gay Harden (Señora Baker), Erica Leerhsen (Caroline), Catherine McCormack (Olivia), Kenneth Edelson (Gupsy), Jeremy Shamos (George)

Duración: 97 minutos

Género:  Tragicomedia

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