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1945

Caratula de "1945"

Crítica:

Público recomendado: jóvenes

¿Cómo trasladas a la gran pantalla una historia del Holocausto, sin que suene ya a algo visto, manido y agotado por los cuatro costados?

Cuesta a horrores imaginar el tremendo trabajo que tuvo que llevar a cabo László Nemes para situar su historia desde un punto de vista original para contarnos lo que acontece en El hijo de Saul, a pesar que las inevitables comparaciones que sufre con La zona gris, mucho más dura y narrativamente más sencilla. A estas alturas, confiamos más en lo europeos en los de “el otro lado del charco” para ver películas o series sobre los hecho de la II Guerra Mundial. Por ello, en los últimos años hemos tenido varias obras que nos han complacido por mostrarnos una realidad desde otras perspectivas. 1945 es una de esas películas: una virtuosa pieza desde el punto de vista técnico, pero que no consigue sacar toda la miga que podría tener la interesante propuesta.

Recién acabada la guerra, un pueblo de Hungría se prepara para la celebración de una boda, a la que vez que se anuncia la llegada de dos antiguos habitantes judíos del lugar. Por momentos, por la portentosa composición de planos, el director juega a ser el Michel Haneke de La cinta blanca por varios motivos: su fotografía en blanco y negro,  que en este caso otorga a la cinta el aire trágico que Europa poseía tras el fin de la sanguinaria batalla; su simbolismo implícito en un historia con moraleja final y tono casi bíblico; sus personajes, condenados desde el principio de la cinta y sin posibilidad de alcanzar la salvación; la estructura narrativa, donde la historia es una mera excusa para pintarnos un lienzo con los distintos habitantes del pueblo húngaro. Todo ello, eso sí, bajo una un manto místico a lo Béla Tarr en su intensa  Sátántangó. Sin embargo, los vaivenes de los ciudadanos no le permites a su realizador conseguir un equilibrio firme que apoye todo el conjunto y ocurre por un motivo: la mayoría de los personajes están poco desarrollados para lo que Ferenc Török quiere sustentar en base a cada uno de ellos. Incluso podríamos culpar de estereotipar ciertos comportamientos o hacer demasiado evidentes. A pesar de todo, como ya se ha dicho, visualmente es una obra sobresaliente: la fotografía sobreexpuesta del experimentado Elemér Ragályi consigue encerrar todo el aire a tragedia que se palpa desde el principio el film.

En definitiva: una película que nos habla de la culpa y la hipocresía del pueblo europeo durante la II Guerra Mundial, y que crítica con dureza el costumbrismo del pueblo húngaro. A pesar de todo el resultado queda a medias de lo que podría haber sido, relegando su nota a una calificación menor.

 

 

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