Crítica:
Público recomendado: Adultos
Detrás de las paredes no es que sea una película especialmente mala. Sus actores están correctos, su guión está bien construido, su realización también es correcta y su factura técnica es impecable.
Lo que ocurre con Detrás de las paredes es sencillamente que es aburridísima, sobre todo, porque tiene un guión que pese a su magnífica estructura e incluso alguna que otra buena idea suelta, es previsible hasta el hartazgo y está trufado de tópicos hasta el extremo. Según parece, el asunto se venía venir de lejos. El principal aliciente que podía tener una película como Detrás de las paredes no era su rutilante cartel de estrellas (Daniel Craig, Rachel Weis y Naomi Watts), si no comprobar cómo el director de Mi pie izquierdo y En el nombre del padre, Jim Sheridan, se acercaba a un género, en principio, tan ajeno para él como el terror. Sin embargo, como digo, el asunto se vio venir desde el principio. A Jim Sheridan no le convencía cómo los productores llevaban el proyecto y a los productores no les entusiasmaba cómo Sheridan llevaba un rodaje, por lo que dicen, “tenso”. Al final los productores, como casi siempre, se salieron con la suya y decidieron rodar escenas adicionales sin conocimiento de Sheridan lo que provocó que el director irlandés renegara de la película y quisiera retirar su nombre de los créditos del film. El problema es que por entonces el largometraje ya estaba técnicamente acabado y por tanto las leyes estadounidenses no permitían retirar el nombre de un director del cartel de una película. Conclusión, Detrás de las paredes viene firmada por Jim Sheridan.
Desde luego, esto no quiere decir, ni de lejos, que en la película haya un resquicio de personalidad o de interés. Detrás de las paredes es, insisto, aburridísima, y por si fuera poco, el único y más espectacular giro de guión de todo el metraje, ya se nos ha desvelado en el trailer, de modo que no esperen nada más. Detrás de las paredes arranca siendo un film tópico y previsible y tras el citado giro de guión se convierte en otra película aunque eso sí, igual o más tópica y previsible. No hay nada, salvo sus estrellas, que diferencien a Detrás de las paredes de cualquier telefilm de sobremesa de un sábado por la tarde.
Y es una pena, porque en Detrás de las paredes había ideas, sólo que están mal planteadas, desarrolladas y resueltas. Sheridan, a través de la planificación parece tratar de hacer un film completamente distinto al que finalmente es y que en escenas sueltas, parece querer luchar por salir a la superficie. Pero no se hagan ilusiones, todo es un espejismo. Detrás de las paredes es un perfecto y desafortunado ejemplo de película hecha por un estudio sin alma y sin pedigrí alguno, uno de esos proyectos que uno no se logra explicar cómo es posible que un día consiguieran luz verde para ser llevados a cabo y un lamentable ejemplo de cómo Hollywood se puede gastarse más de 50 millones de dólares en un producto absolutamente insípido.