Crítica

Público recomendado: +18

Una película como El exorcista: Creyente, podría ser un perfecto ejemplo para ejemplificar como la conocida teoría de la relatividad de Albert Einstein es también aplicable a un oficio como la crítica de cine. Les explico por qué. Según Einstein, las medidas no son absolutas y todo es relativo, en función de dónde se haga esa medida y en el cine pasa lo mismo y lo vamos a comprobar con El exorcista: Creyente.

Si valoráramos la película de David Gordon Green desde un mundo en el que nadie hubiera visto El exorcista de William Friedkin (que desgraciadamente será un buen puñado del público joven que acude a ver películas como esta), El exorcista: Creyente es una película correcta. Cumple con lo que promete como cinta de terror. Tiene los sustos necesarios, convenientes giros de guion, a veces incluso puede llegar a sorprender y el conocimiento de puesta en escena exigible por parte de su director es correcto. Un 6, pues.

En cambio, si valoramos El exorcista: Creyente desde una óptica católica, el asunto se desmorona trágicamente. Ya no es que no sea verosímil o que no tenga absolutamente ninguna base teológica por remota que sea, es que es un pandemonio, un delirio religioso ejemplificado gráficamente en el exorcismo final en el que intervienen un sacerdote protestante, una curandera, una monja pasada a enfermera por truculentas razones y un sacerdote católico que más que sumar, termina restando al conjunto. Además, se habla mucho de Cristo, pero de una forma abierta y explícitamente confusa que aboga más por escépticos que, como mucho, creen en un Dios, «sea lo que sea», se llega a decir literalmente en momento decisivo del film. Un 2, diría yo.

Ahora bien, si valoráramos El exorcista: Creyente poniéndola al lado del film de Friedkin entonces si que el desastre es absoluto. El film de Friedkin, con todas sus salvedades, era una película terriblemente verosímil y de ahí, de hecho, emanaba su terror. El proceso que atravesaba Regan y cómo concluía siendo exorcizada era creíble porque agotaba todas las vías médicas e incluso el sacerdote en cuestión, el padre Karras, ponía en duda que algo así se pudiera dar en un mundo moderno. De hecho, la aparición en El exorcista: Creyente de Ellen Bursty (la madre de Regan en la primera película) es tan impactante al principio como prescindible y absolutamente efímera. Un truco barato. Aquí, sí que sí, un 0.

Total, que, si hacemos la media, a El exorcista: Creyente tendríamos que darle un 2,6 periodo. Creo que es una buena nota, viniendo de un director como Gordon Green que llegó de la comedia, se hizo pasar por un narrador de cine de terror con la última -y digna- trilogía de Halloween, pero que se ha metido en camisa de once varas con esto de El exorcista.

Yo lo llevo diciendo desde que me enteré que se iba a hacer una secuela tardía del film de Friedkin. Yo, de Gordon Green, me habría negado a dirigirla. Era evidente desde el minuto uno que no iba a salir nada bueno de ahí.

Ramón Monedero