Crítica
Público recomendado: +18
Cuarta y, por ahora, última entrega de la famosa saga de acción, acción y más acción que comenzó en 2010 un Sylvester Stallone ya mayorcito pero en estado de gracia y en la que se acompañó de lo más selecto del cine de acción de los 80 y 90. Tras una excelente secuela y una tercera parte aceptable pero muy tibiamente recibida por crítica y público, la cuarta ha dormido en un cajón durante diez años, y ahora que ha llegado cabe preguntarte si era el momento de hacerla.
Barney Ross vuelve con su equipo de Mercenarios (aunque muchos menos que antes) para otra arriesgada misión: evitar que unas armas letales acaben en malas manos. Pero esa misión sale mal y entonces el equipo se ve obligado a tomar medidas radicales.
Ya dijo Stallone que estaba, literalmente, “harto” de la cultura ‘woke’, esa que impone ciertos roles en las películas, a saber: un cupo de mujeres, un cupo LGTB+ (y el resto de interminables siglas), un cupo de tal y otro de cual. Él iba a hacer el cine que quería hacer, y el que no quisiera verlo, que no fuera al cine, pero que lo políticamente correcto no iba con él. Y sin duda hay que agradecerle esa valentía ya que si algo no se puede criticar a Los Mercenarios es que es una película sincera, “de hombres para hombres”, aunque hay presencia de mujeres, pero son duras y poco femeninas, por así decirlo. Y hasta aquí se puede hablar bien de esta entrega ya que cojea por unos cuantos sitios.
Stallone deja claro que él ya no está para muchos trotes (77 años tiene el “jovenzuelo”), así que deja que el más joven icono de la acción, Jason Statham, tome el relevo con muchos más minutos de filme. Y esto lo aprovecha el director Scott Waugh (Need for Speed) para lucir al exnadador (sí, antes de actor fue deportista de élite) y montar una fiesta en la que Statham es la estrella. Y lo cierto es que aguanta el tipo sin problemas porque parte y reparte como a él le gusta, pero los defectos de la película están ahí: una trama insustancial, unos pocos actores clásicos de los 80 que vuelven aunque desganados y unos efectos especiales que en algunos momentos provocan vergüenza cuando no la carcajada.
¿Es mala? No sería justo decirlo ya que la acción está bien rodada, hay mucho humor y mucha autoparodia sobre las edades de algunos actores, pero sí que es verdad que parte de ese humor es obsceno y no viene a cuento. Por tanto es un filme que pasa sin pena ni gloria, que entretiene y, por fortuna, no se hace largo ya que el metraje no llega a los 120 minutos. Pero desde luego, si es el final del camino, es un desenlace que merecía ser mucho mejor y con muchos más actores de vuelta. Quizás habría sido mejor descansar la saga unos años más hasta poder darle un final digno y no éste a medio gas.
Miguel Soria