Crítica

Público recomendado: +7

Un lobo y un león son criados juntos por una joven pianista que abandona su sueño de formar parte de la orquesta filarmónica de Los Ángeles para cuidar a estos dos pequeños tras la desaparición de la loba que amamantaba a ambos. Esta premisa es desde la que parte la película, dirigida por Gilles de Maistre, la segunda de este director francés tras su estreno en la pantalla grande con Mia y el león blanco.

La joven protagonista, Alma, recibe la noticia del fallecimiento de su abuelo y regresa a la casa familiar, situada en una recóndita isla en Canadá. Allí, se asentará y decidirá cuidar a los dos animales a pesar de las reticencias que levanta esto en su círculo más cercano. Sin embargo, por un desafortunado suceso, los animales se ven separados y comienza entonces la búsqueda de Alma y los esfuerzos de los tres por reunirse.

La historia da pie a una película familiar de entretenimiento y aventuras y encaja en esta categoría, pero la profundidad de los personajes humanos es escasa, provocando que el espectador conecte más con la ternura que desprenden los cachorros y el sufrimiento que causa su separación que por cualquier acción que realicen los personajes.

Asimismo, debido a que los personajes tienen poca profundidad, su arco de transformación queda bastante desdibujado, incluyendo a Alma, interpretada por Molly Kunz. Algunos de ellos, incluso, protagonizan algunas escenas totalmente inverosímiles y carentes de credibilidad, y otras que son totalmente previsibles. Además, también pecan de una escasa sensibilidad hacia otras personas, como vemos en la escena del accidente del avión, y en otras partes de la película el problema es una sensiblería que puede sacar al espectador de la película.

Por otra parte, sí que se pueden destacar una serie de magníficos paisajes canadienses con los que el espectador quedará maravillado y que ayudan a entrar algo más en la historia, aunque en ocasiones incluso son algo excesivos ya que la narrativa del largometraje se aprovecha de estas escenas para rellenar el metraje.

Asimismo, en lo relativo a la narrativa, ésta tiene algunos fallos, como algunas escenas que parecen estar fuera de lugar y que se asemejan más a un añadido que a una continuación natural de la historia. En la película también encontramos algunas escenas cómicas que arrancan alguna que otra carcajada en el espectador, pero son bastante forzadas.

También se debe destacar que la música tiene un papel importante en el desarrollo de la historia, demostrando que la música tiene un poder sanador y terapéutico, procedente de la belleza de esta y de los recuerdos aparejados a ella.

Por último, la película tiene un tinte animalista que podría encajar perfectamente en la sociedad actual, y al mismo tiempo, a los espectadores más mayores, les recordará a la película de Disney Tod y Toby, con algún toque de aquella llamada Volando libre. Sin embargo, tampoco llega a profundizar en el aspecto del maltrato animal en los circos y los zoos, así como sobre la validez de la reintroducción de animales salvajes en su hábitat natural tras mantenerlos en reservas naturales.

En resumen, para aquellos que acudan al cine a pasar un buen rato sin fijarse en los personajes puede resultar entretenida, además de ofrecer una serie de paisajes en los que el espectador quedará atrapado. Además, ver a los dos animales interactuar del modo que refleja la película puede despertar una ternura entrañable con la que el espectador disfrutará.