Crítica

Público recomendado: +13

Tercera y última entrega de la famosa saga de los héroes más variopintos de la factoría Marvel. Lo que James Gunn comenzó en 2014 dando a conocer a un grupo no precisamente tan conocido como Los Vengadores ha terminado siendo todo un éxito y en 2023 tienen por fin la fama que merecen. Todo ello en una película trepidante pero mucho más oscura que sus predecesoras.

Tras la guerra contra Thanos y el abandono por parte de Thor de los Guardianes de la Galaxia (véase el comienzo de la muy irregular Thor: Love and Thunder), el grupo decide instalarse en Sapiencial (Knowhere en original). Y la vida es pacífica, pero en breve se ve alterada por los ecos del turbulento pasado de Rocket. Peter Quill, alias ‘Star-Lord’, aún conmocionado por la pérdida de Gamora, debe reunir a su equipo en una peligrosa misión para salvar la vida de su mejor amigo. Una misión que, si no se completa con éxito, podría muy posiblemente conducir al final de los Guardianes tal y como los conocemos.

James Gunn ha demostrado sobradamente ser un tipo con unas ideas llenas de creatividad y, sobre todo, por ser capaz de un humor tan absurdo como divertido, sobre todo en la primera película de la saga. La segunda, también divertida, no era tan original, y el humor a veces caía en lo infantil. Tras una serie de polémicas Gunn fue despedido de Marvel y fichó por DC, pero entonces Marvel se dio cuenta de su error y le pidió que hiciera una tercera y última entrega de Los Guardianes de la Galaxia. Dicho y hecho, Gunn ha hecho exactamente lo que le ha dado la gana… para bien. Porque efectivamente esto no es un continuará sino una fantástica carta de despedida de unos personajes que se han logrado hacer un gran hueco en el corazón de los fans.

Gunn, director y guionista, sabe jugar muy bien sus cartas, conoce perfectamente a sus personajes y los actores se encuentran más que a gusto con ellos, así que se aprovecha todo ello para contar una historia muy emocional con toques francamente maduros (nunca desagradables, pero sí duros) e insistir en una idea que siempre ha defendido y que es más necesaria que nunca: la familia, la base del individuo, debe estar siempre unida, sus miembros deben apoyarse unos a otros y aceptarse como son, cada uno con sus particularidades, con sus diferencias, todos complementándose.

Para ello tenemos una película larga, de 150 minutos, pero que pasa volando gracias a un ritmo trepidante que nunca descansa pero tampoco agota, un villano a la altura (El Gran Evolucionador, quizás el mejor escrito desde Thanos), una banda sonora nuevamente elegida maravillosamente, geniales cameos y tiempo de sobra para que todos los personajes tengan sus minutos de gloria, aunque esta vez sobresalen Nebula y Rocket, hasta ahora desaprovechados y que aquí tienen el reconocimiento y profundidad que merecían.

Por decir algún pero, quizás Gunn se podría haber ahorrado alguna que otra broma de dudosa calidad, en concreto una que involucra a Mantis, Drax y otro personaje, pero es tan sutil, liviana e inocente que se puede perdonar, porque además en cierto sentido ayuda a avanzar la trama.

Si Gunn quería despedirse de sus Guardianes a lo grande sin duda lo ha logrado, con la entrega más madura, emocional, intensa y entretenida de todas. Quizás no tenga el factor sorpresa de la primera película, pero sin duda lo ha compensado con todo lo demás. Y, como ya es marca de la casa, conviene quedarse a todos los créditos (también geniales, un maravilloso homenaje a la trilogía), hay escena después.

Miguel Soria