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Harry Potter y las Relíquias de la Muerte – Parte II

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Crítica

Hace ya más de 20 años, una joven inglesa llamada J.R. Rowling, concibió la historia de un joven mago que cambiaría su vida y conmocionaría a medio mundo. El joven mago se llamaba Harry Potter. La historia es sencilla, dos mundos, el de los humanos (muggles) y el mundo mágico.

Todo empezó cuando el más temible y maligno mago llamado Voldermort, comenzó a matar sin contemplación a los muggles y magos, que se opusiesen a su mandato. O se unían o morían. Estando a punto de conseguir su propósito sucedió algo inesperado que lo cambiaría todo. Entró en una casa, mató al padre y a la madre, pero al intentar matar al bebe, éste resultó “inmune” y provocó que el hechizo de muerte rebotara contra su ejecutor. Voldemort quedó casi muerto y al bebe le dejó una cicatriz en la frente. Parece ser que del vínculo de amor de la madre, brotó la mayor y más poderosa magia natural jamás conocida. El bebe, Harry, se convertiría así en el más famoso de los magos. Hasta los 10 años creció al margen de su popularidad, pero al cumplir los 10, fue a enfrentarse a su destino y a los misterios que se ocultaban tras esa cicatriz. Y lo haría dentro del colegio de magia más famoso de la historia del cine hasta la fecha, el Colegio de magia Hogwarts, liderado por el venerable Albus Dumblemdore. A partir de aquí, comienza la trama de la historia de Harry Potter, tanto narrativa como cinematográficamente.

La saga está compuesta por 7 libros y 8 películas. El último libro se ha dividido en dos películas, Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, parte I y parte II. Ésta última es la que nos ocupa. Sabemos que Voldemort, con intención de vivir eternamente, recurrió a la magia más oscura y prohibida, para dividir su alma en 7 partes. Cada parte debía ser ocultada en un objeto pequeño, fácil de esconder y el cual estaría muy bien protegido. Estos objetos se llamaban horrocruses y le permitían mantenerse “vivo”. Para acabar con él habría que acabar con cada uno de ellos. Harry junto a sus inseparables Ron Weasley y Hermione Granger, continúan la búsqueda de los horrocruses, con intención de destruirlos y terminar con el malvado Voldemort, cada vez más hambriento de poder. Mientras tanto Voldemort y sus mortífagos, se han introducido tanto dentro del Ministerio de Magia como de Hogwarts. El nuevo director es Severius Snape, responsable de la muerte de Dumblemdore, que aguarda misteriosamente el momento final en donde Voldemort y Harry se enfrenten a muerte.

Es en la tercera entrega, Harry Potter y el Prisionero de Azcaban, donde se comienza a explicar la historia especialmente desde el punto de vista de Harry Potter. Esto transmite irremediablemente un tono más sombrío y adulto, a una historia que había comenzado siendo más infantil. David Yates continúo narrando visualmente desde Harry, lo que le llevo a dividir en dos partes el último libro. Sin embargo, concebidas como unidades separadas la segunda parte está dirigida con mejor pulso que la primera, lo que da agilidad narrativa y mejor ritmo, sobre todo en la parte final. Le acompaña la inestimable experiencia del guionista Steve Kloves, que ha firmado cada uno de los guiones de la serie salvo el de La Orden del Fénix. Kloves consigue mejorar los elementos dramáticos y los conflictos de los personajes, prestando una mayor atención a los personajes secundarios, como Luna Lovegood, Minerva McGonagal y, sobre todo, Neville Longbotton. Cabe destacar la aportación del portugués, Eduardo Serra, que con su fotografía consigue la atmósfera necesaria, marcada por un tono tenebroso y lóbrego. En su conjunto se podría decir que ésta segunda parte mejora a la primera pero se mantiene aún a distancia de la tercera y la quinta entrega, es decir, El Prisionero de Azcaban y La Orden del Fénix.

Es un hecho incuestionable que, al menos como producto, tanto la obra literaria como la cinematográfica han resultado ser un éxito de masas de gran nivel; que posiciona a la obra en su conjunto, como punto de encuentro para estudiosos de distintos campos. Variados son los temas dignos de atención como la fidelidad a la amistad, el valor de la verdad o de la familia.  Temática que parecer tener ciertas evocaciones de la tradición judeocristiana. Hablamos de temas que recorren toda la saga como: el concepto de sacrificio (vale recordar la acción de Dumblendore al dar su vida), el del valor de la vida, la necesaria referencia constante a la conciencia (fundamental el personaje de Draco Malfoy), o la concepción de misión y vocación (interesante la consideración de héroe en Harry Potter con sus similitudes con Frodo de El Señor de los Anillos).

Sin embargo, alrededor de Harry Potter y el mundo “potteriano” se han realizado muchos comentarios y escritos muchos artículos que han cuestionado la bondad de la obra en cuanto a su propuesta, por ejemplo, educativa. Hablamos de temas como: dualismo, oscurantismo, gnosticismo, prometeismo o racismo. Lo cierto es que hay que ser bastantes prudentes al aproximarse a estas cuestiones. La imputación de racismo y dualismo, vendría dada por la aparente superioridad de los magos frente a los no magos (muggles), lo cual queda desbancado con acciones heroicas concretas de Harry o de Hermione a lo largo de la saga a favor de los muggles. La inculpación de oscurantismo, se debe al empleo de la magia y de hechizos por parte de todos los personajes, que resulta insuficiente  cuando se pone de manifiesto que la magia no les ahorra el trabajo de hacerse hombres, o cuando se considera más digno un enterramiento sin magia, “a mano” para un amigo caído. La recriminación de gnosticismo, por una especie de “tufo” newage que recorre toda la saga como si de una nueva religión se tratase. Imputación que parece hilar tan fino que cuestiona casi todo el género fantástico. Y por último (de momento), la acusación de prometeismo, que viene por la naturaleza del poder que Harry tiene, sin que nadie se lo conceda. Como respuesta, emplazo a los interesados a la escena de esta última entrega, en donde Harry se encuentra en un lugar muy luminoso, que recuerda a la famosa estación King´s Cross. La imagen de un tren o de una estación de tren son imágenes recurrentes para una reflexión visual sobre la muerte como paso. También aquí se percibe una interesante referencia religiosa; la muerte no es el final del hombre, el alma parece tener una naturaleza inmortal (otra cosa sería el origen de esa inmortalidad), el hecho de que la muerte no sea el fin no exime del dramatismo del morir… Como mínimo se debe decir que esta secuencia “de paso” tiene un cierto nivel de trascendencia, al menos, por indicar un más allá.

Toda obra artística, si es mirada bajo sospecha nunca será ocasión educativa para nadie. Sin embargo, parece más inteligente y sencillo para cualquier diálogo verdadero seguir el consejo de Pablo de Tarso: “Valorarlo todo y quedarse con lo bueno”.

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