Crítica:

Público recomendado: Adultos

Muchos no terminan de explicarse las razones de una secuela de Jack Reacher. La película no fue ningún éxito de masas y la crítica tampoco se deshizo en demasiados elogios.  Para gustos los colores pero lo cierto es que Jack Reacher no destacaba casi por ningún lado. Tenía de bueno, eso sí, ese tono duro de los policiacos de los años 70 y ese aroma detectivesco de los clásicos del género y además fue una película relativamente barata. 60 millones de dólares para una producción de Tom Cruise es una cifra tolerable sobre todo si pensamos en que la mitad del presupuesto seguramente se lo llevó el propio Cruise.

Con el mismo presupuesto Cruise, verdadero artífice de la cinta como estrella protagonista y productor, ha decidido dejar a un lado las exquisiteces de la película original y volcarse en un producto mucho más rutinario y bastante menos interesante. El cambio de director ya es toda una declaración de principios, pasar de Christopher McQuarrie a Edward Zwick es significativo. El primero es un director que conoce mucho mejor el policiaco aunque solo sea porque es el guionista de la imprescindible Sospechosos habituales. El segundo es un director al uso en Hollywood, antaño firmante de grandes dramas que olían a Oscar pero que nunca terminó de llevarse ninguno (Tiempos de gloria, Leyendas de pasión) que ahora se ha visto reducido a un obediente asalariado sin grandes señas de identidad que defender (Resistencia, Amor y otras drogas).

Con estos precedentes no es de extrañar que Jack Reacher. Nunca vuelvas atrás sea una película ciertamente insípida lo que no quiere decir que no sea entretenida. Hay que reconocer lo que hay que reconocer y lo cierto es que la película de Zwick se ve sin grandes dificultades es más, si uno tiene el sentido del humor necesario todavía se la puede tomar a cachondeo y reírse un rato porque la trama es realmente absurda y las salidas de tono memorables.

Aun así, como digo, Jack Reacher. Nunca vuelvas atrás ha dejado a un lado la crudeza y la violencia de su predecesora para convertirse en una propuesta mucho más accesible para todos los públicos. No es, desde luego, una película recomendable para los más pequeños pero sí que es un producto que no ofenderá a nadie y que, en el mejor de los casos, conseguirá que nos olvidemos de nuestros problemas durante dos horas. Lo que, bien mirado, tampoco está mal.