Nunca entre amigos

Una comedia romántica con problemas de compromiso.

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Movie Details

Título original
Sleeping with Other People
Director
Leslye Headland
Géneros
Comedia
Sinopsis
Desde que en la época universitaria tuvieron un encuentro fortuito en el que ambos perdieron la virginidad, Jake y Lainey se han convertido en unos infieles compulsivos que han destruido sus relaciones de pareja una detrás de otra. Tras cortar con su último novio a causa de sus infidelidades, Lainey acepta ir a terapia y asiste a una reunión de adictos al sexo en Nueva York. Allí se reencuentra con Jake, y ambos descubren que tienen el mismo problema con sus relaciones desde que se acostaran 12 años atrás. Con la firme intención de apoyarse mutuamente para cambiar sus malos hábitos, emprenden una amistad platónica que les ayuda a construir nuevas y duraderas relaciones de pareja. El problema surgirá cuando empiecen a sentirse atraídos el uno por el otro.
País
 United States of America
Duración
1 h 41 min
Estreno
26 junio 2015
Certificación oficial
R
Reparto
Jason Sudeikis, Alison Brie, Adam Scott, Jason Mantzoukas, Natasha Lyonne, Adam Brody, Amanda Peet, Katherine Waterston, Marc Blucas, Margarita Levieva, Andrea Savage, Daniella Pineda, Remy Nozik, Megan Guinan, Anna Margaret Hollyman, Sawyer Shipman, Margaret Odette, Skylar Gaertner, Billy Eichner, Michael Delaney

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

Selecta visión es la distribuidora de cine encargada de llevar a las salas españolas Nunca entre amigos, algo parecido a una comedia romántica, insulsa en su planteamiento, muy simple en su argumento y en su ejecución a lo que se añade, sin piedad, un incómodo, hortera y ruin carrusel de zafiedad que sobrevuela el conjunto.

Nunca entre amigos cuenta la historia de Jake (Jason Sudeikis) y Lainey (Alison Brie). Se conocieron de manera fortuita en la universidad y disfrutaron de una noche de pasión en la que ambos perdieron su virginidad. Unas décadas más tarde, y sin haber tenido contacto desde entonces, vuelven a reencontrarse en una terapia para superar su tendencia a la infidelidad. Y es que estos dos infieles de tomo y lomo, afincados en Nueva York, son incapaces de mantener una relación amorosa fructífera.

Deciden entonces mantener una relación platónica y su amistad se fortalece hasta el punto de que ambos se convierten en auténticos colegas, que ahora se escuchan y se ayudan para cambiar sus viejos hábitos. Y, eso sí, no van a permitir que algo tan superficial como la atracción sexual se interponga en su nueva relación.

La joven realizadora americana de 35 años, Leslye Headland, escribe y dirige este subproducto romántico que pretende recordar que la amistad es posible en las ex parejas. Y falla de principio a fin al plantear un conflicto -si es que a esta propuesta se la puede considerar así- con los pies de barro, predecible y sin aristas. Por hacerle un favor a la película, la analogía mejor que puede hacérsela es que recuerda, salvado muchos obstáculos, a Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989).

Tal vez el ritmo sea lo mejor del filme… al menos para que el suplicio de tal bobada en la butaca no contamine demasiado al espectador y pueda salir de sala a oxigenarse un poco y cuanto antes. Porque ya se sabe que buena parte del Hollywood contemporáneo cuando no sabe qué hacer pone en marcha la maquinaria de la comedia y después le añade romántica, pero sin querer alejarse de los cánones habituales del género.

No sé si se trata de una tomadura de pelo cinematográfica, porque además el filme quiere dar muestras de normalidad en asuntos tan graves y tan delicados como las relaciones sentimentales. Lo que ocurre en Nunca entre amigos es que se han intentado ponderar las dosis de puro dramatismo con las de pura comedia y el guiso ha resultado un fracaso puesto que ni convence ni interesa.

Sólo la química entre los actores principales, bregados en las lides tibias de este género, salva la producción. Lo atípico es que fuera de nuestras fronteras ha recaudado millones de euros. Será que los gustos y las sensibilidades están cambiando, pero cambiado a peor. Y realmente no sé a quién beneficia el culto al mal gusto.

 

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