La fría luz del día 
Público recomendado: Jóvenes y adultos
Apena observar como estrellas que nos conquistaron se embarcan en proyectos cinematográficos menores. Le viene pasando desde hace unos años a Robert de Niro y le ocurre ahora a Sigourney Weaver en el papel de mala en La fría luz del día, que dirige el casi desconocido Mabrouk El Mechri, y que tiene como principales alicientes a la antedicha, a Bruce Willis y a Madrid, pues es enla Villa y Corte donde se suceden los hechos.
La trama parte de las vacaciones que Martin (Bruce Willis) y su familia mantienen en un lugar de la costa española, parón en su trabajo absorbente de la embajada estadounidense. Acude también al encuentro familiar, Will (Henry Cavill), desde Estados Unidos y con problemas en su empresa, quien perpetúa desde el pasado una relación difícil con su padre. Mientras que Will sale al pueblo para comprar unos medicamentos, secuestran a su familia y encontrará la respuesta cuando los delincuentes contactan con él y le exijan la devolución de un misterioso maletín que tenía su padre y del cual él ignora su paradero, pero que le pone en la pista de la verdadera profesión de su progenitor.
Aquí comienza la acción de idas y venidas, persecuciones y asesinatos en el que Will se ve envuelto para conseguir la liberación de su familia. Para ello se convertirá en un abrir y cerrar de ojos en un avezado profesional que atraviesa tejados de la plaza Mayor de la capital de España, se descuelga cual Spiderman por edificios del Madrid de los Austrias, atraviesa a toda carrera El Retiro como si lo conociera de toda la vida y pilota velozmente y con total pericia por la intrincada red de callejuelas de Lavapiés y Gran Vía.
En la machacona aventura en la que están por medio servicios secretos de distintos países (el acrobático climax nocturno en los desiertos aledaños de la plaza de las Ventas), apenas hay cabida para otros planteamientos que nos muestren la psicología de los personajes o su recorrido vivencial para acabar donde lo hacen. Se echa en falta oficio en la trabazón de la historia, más allá de la citada sucesión alocada de sucesos, que parece no haber podido enderezar Steven Zeillian, productor ejecutivo del filme y afamado guionista en cintas de la talla de Moneyball, Gangs of New York, La Lista de Schindler o En busca de Bobby Fischer, entre otras.
En el apartado de los valores éticos que propugna La fría luz del día, es muy loable la determinación de Will, que se entrega en cuerpo y alma al rescate de los suyos y a congraciarse con su padre, momentos para los que no hay demasiados parlamentos y menos expresión de emociones que las descritas para saber que han hecho los paces en un santiamén.
La antigua teniente Ripley ahora es Carrack (Sigourney Weaver) que hace su papel de malvada eficiente con la misma profesionalidad que un Bruce Willis que está en su porte habitual, pero más allá de eso la cinta no da para florituras interpretativas porque se forja en un montaje alucinante en el que la acción es su única razón de ser. Así, tampoco el casi primerizo realizador El Mechri ha tenido que lidiar con los actores y se ha centrado en la labor para la que le han pagado los productores: acción, acción y más acción.
A los amantes del género y a los de Weaver y Willis, no habrá que animarles a pasarse por las salas de cine porque lo harán con gusto; y el resto no se habrá perdido grandes planteamientos cinematográficos si deciden elegir otra película. Palabra de espectador.
Enrique Chuvieco
Ficha técnica:
The cold light of day (EE.UU, 2011)
Dirección: Mabrouk El Mechri
Interpretación: Henry Call (Will), Sigourney Weaver (Carrack), Bruce Willis (Martin), Verónica Echegui (Lucía), Jim Piddock (Meckler), Caroline Goodall (Laurie), Rafi Gavron (Josh), Emma Hamilton (Dara).
Duración: 93 min.
Género: Thriller