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La sociedad de la nieve

Crítica

Público recomendado: +16

Hace treinta años se estrenó ¡Viven! (Frank Marshall, 1993), película basada en el suceso real sobre un equipo uruguayo de rugby, que tuvo un accidente aéreo en Los Andes, y los supervivientes se vieron obligados a alimentarse de los cuerpos de los fallecidos. La nueva adaptación, producida por Netflix, ha sido dirigida por Juan Antonio Bayona, probablemente el director español más internacional. Antes de su ingreso en la plataforma online, tendrá un breve paso por cines.

Juan Antonio Bayona es un director con una personalidad visual muy reconocible. Criado en el cine americano de los años 70 y los 80, su gran referente es Steven Spielberg, del que intenta emular su gran sentido del espectáculo y su poder emocional. Y aunque no cabe duda de que sus películas ofrecen un aspecto formal muy cuidado, suelen fallar por el lado narrativo. En cuanto a lo emocional, Bayona suele pasarse de frenada y caer en lo sentimental.

Teniendo esto en cuenta, hay que decir que La sociedad de la nieve es una película muy de Bayona, para bien y para mal. La reconstrucción del accidente y las peripecias están muy logradas, consiguiendo sumergir al espectador en la experiencia de los personajes, muy en la línea de lo que el director hizo en Lo imposible (2012). A esto se suma una segunda capa de contenido que funciona a base de símbolos visuales, y que supone una cierta evolución en el cine de este autor.

Pero nuevamente, encontramos ciertas carencias narrativas. Así, una vez que queda definida la situación de conflicto, el segundo acto resulta algo errático. Un ejemplo de ello es cómo, una vez se ha resuelto el dilema moral de recurrir al canibalismo, los personajes lo vuelven a plantear, cuando en realidad ya no hay vuelta atrás. Otro problema es que, al salir del dramático segundo acto y lanzarnos en una parte más de pura aventura, el ritmo se aturulla y Bayona lo resuelve todo de forma atropellada.

En cuanto a la cuestión de la fe religiosa de los protagonistas, se retrata y se respeta, pero no se profundiza en ello. Ya ha dicho Bayona que la película es “espiritual, no religiosa”. La pregunta es si eso refleja la esencia de estos personajes.

En conclusión, estamos ante un típico producto Bayona, bien facturado y con potencia visual, pero con problemas narrativos y con un cierto regusto a recarga sentimental, que decide dejar en lo superficial otros aspectos antropológicos más profundos.

Federico Alba.

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