Crítica
Público recomendado: +13
El pasado viernes, 5 de diciembre, llegaba a los cines españoles Los Ángeles de Charlie, otro refrito de refritos, inspirado en la épica saga televisiva de los años setenta, transformado ahora en película para cine y dirigido por la joven actriz estadounidense de 45 años, Elizabeth Banks (Virgen a los 40, Judd Apatow, 2005).
El filme, que no aporta nada a la trama, sigue en su línea. De nuevo conoceremos a Sabina Wilson (Kristen Stewart), Elena Houghlin (Naomi Scott) y Jane Kano (Ella Balinska), agentes que trabajan para el misterioso Charles Townsend, cuya agencia de seguridad e investigación se ha expandido internacionalmente.
No es conveniente tocar las cosas cuando están bien. O si se retocan, que la propuesta cinematográfica vaya más allá de los efectos especiales, que en esta película son apabullantes, pero del resto poco podemos decir, y de lo que se puede decir… hay poca cosa buena.
Por sí misma la película no vale nada. Ha desnaturalizado la esencia con que nació la televisiva Los Ángeles de Charlie, emitida por TVE entre 1978 y 1981, muy vista y muy jaleada por los espectadores, entre otras cosas por su elegancia. Esa densa saga se caracterizaba por desarrollar una exquisita trama detectivesca, protagonizada por actrices solventes (Kate Jackson, Farrah Fawcett o Jaclyn Smith fueron las primeras) que daban lo mejor de sí mismas. Nada que ver con la mediocridad fílmica de Banks, que en realidad se ha limitado a que en su reparto luzcan los rostros del momento, sin mucho esfuerzo ni en la dirección de cine ni en la dirección de actores. Eso sí, para los momentos de relleno recurre a imágenes de archivo de entregas pasadas…
Por si no fuera suficiente, la película no se cansa en lanzar un mensaje feminista de poca monta, en el que se recuerda lo todopoderosa que resulta la mujer en el mundo actual. O, si acaso, que está muy por encima del hombre. Y así continuaríamos con una retahíla de tópicos al uso, como que la Agencia Townsend es una ONG altruista, en línea con el modelo contemporáneo trazado, así como que en esta época trufada de supremacía feminista el varón siempre tiene que salir mal parado.
Así las cosas, esta actualización de Los Ángeles de Charlie ni gusta, ni convence. Incluso se aproxima más al ridículo y la vergüenza ajena que a un producto edificante, a pesar de que sí contaba con ingredientes para armar algo nuevo, algo fresco, algo que motive una escapada al cine. Y no algo aburrido y ñoño, como es el caso, por lo que se desaconseja su visionado.