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Los Tres Mosqueteros: D’Artagnan

Caratula de "Los Tres Mosqueteros: D'Artagnan" (2023) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendable: +12

Algo está bien en una película cuando lo primero que haces nada más salir del cine es ir a comprar la novela en la que está basada. Los tres mosqueteros: D’Artagnan es la enésima versión cinematográfica de la célebre novela de Alejandro Dumas. La trama es de sobra conocida: un joven gascón, en la Francia del siglo XVII, bajo el reinado de Luis XIII, viaja a París con el sueño de ser mosquetero de Su Majestad. Una serie de casualidades y su valentía y picaresca le llevan a conocer a tres miembros de este prestigioso cuerpo y aunque el joven no puede todavía pertenecer a él, por su valor y buen hacer con la espada le acogen como a uno más.

Amistad, aventuras, historia, romance. No falta ningún elemento para que sea una buena historia. Y es lo que hace precisamente el director, Martin Bourboulon, que ha decidido hacer dos entregas -esta que se estrena es solo la primera parte- para no renunciar a ningún pasaje importante, aunque aun así es imposible narrarlo todo.

Con un presupuesto de más de 72 millones de euros, es uno de los proyectos cinematográficos europeos más ambiciosos del año. Y es que en una trama ya conocida y tantas veces versionada el reto es mayor. Bourboulon lo consigue con un casting inmejorable. Destacan especialmente la actuación de François Civil, en el papel protagonista de D’Artagnan así como de las actrices Eva Green, en el papel de Milady y Lyna Khoudri, que interpreta a Constance Bonacieux.

Brilla también la ambientación: la recreación del París de 1625, así como los pueblos y caminos. Mención a parte merece el diseño de vestuario y joyas, especialmente en la recreación de una fiesta de máscaras en el palacio del duque de Buckingham.

Sin embargo, a la par que se agradece la espectacularidad de la escenografía y el sostenimiento constante de la acción, se echa de menos un poco más de profundidad en el caracter de los personajes. D’Artagnan se presenta como un joven valiente, atrevido y poco humilde que no tiene miedo a nada y que parece que más que servir al rey lo que en realidad pretende es hacerse conocer y ser reconocido. No aparecen, en cambio, la torpeza del novato, que tan eficazmente describe Dumas en la novela. Además, el espectador se queda con ganas de conocer mejor a sus tres amigos, que en vez de ser tres muchachos joviales con toda la vida por delante están caracterizados, especialmente Athos, como un hombre maduro en el ocaso de su actividad. En el filme los tres son uno en todos los sentidos, se distingue poco el caracter y peculiaridad de cada uno, se exploran poco sus modos de vida, sus preocupaciones económicas, en definitiva lo que les hace humanos.

Elena Santa María

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