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Los últimos días del crimen

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Un ramillete de tramas, algunas de ellas inconexas con el relato principal, y el establecimiento de un estado policial, sustentan los cerca de 150 minutos de Los últimos días del crimen (estreno en Neflix), última película del director francés Olivier Megaton (Venganza: conexión Estambul, Colombiana, Transporter 3…), que, desde hace años, desarrolla en buena medida su carrera en Estados Unidos.

Con guion de Karl Gajdusek (sobre una novela gráfica de Rick Remender), esta historia plantea la acción del gobierno de los Estados Unidos para acabar con la delincuencia de un plumazo, porque en breves días está previsto que implante el IPA, un programa que impedirá a los delincuentes, y al resto de las personas, realizar el mal, según los criterios de las autoridades.

Esto ocurre cuando los políticos deciden activar el programa aludido anteriormente para detener todo comportamiento delictivo. Un ladrón se suma a un plan para dar el último golpe que pasará a la historia.

El ladrón y delincuente no es otro que Graham Bricke (Édgar Ramírez: La chica del tren, Manos de piedra, Libranos del mal…), quien accede a participar en esta supermisión que pilota Kevin Cash (Michael Pitt: Criminal, La comunidad de los corazones rotos, The Driver…), otro delincuente que junto a su novia Shelby Dupree (Anna Brewster: Mrs. Henderson presenta, Volume, Anita & Me…), llevan planeando robar 1.000 millones de dólares de la Reserva Federal treinta minutos antes de que el Gobierno ejecute el IPA en toda la sociedad, ya que después de ese tiempo no se podrá realizar.

En este filme, en el que los delincuentes son los protagonistas (sean los aludidos o los miembros de las agencias de seguridad gubernamentales), van apareciendo personajes de diverso pelaje entre los que no hay una relación directa. Además las situaciones que se dan entre ellos adolecen de confusión y de parsimonia. En definitiva, al guion le falta carga dramática para conectar con la pasarela de personajes que aparecen. En esta línea también nos encontramos con el escaso carisma del protagonista, que interpreta Edgar Ramírez, a quien el director solo le exige cara de imperturbable malote y tipo duro, que supera todos los ataques de sus contrincantes.

En definitiva, la lentitud de la acción dramática del filme de Megaton y Karl Gajdusek, la coincidencia en los perfiles delincuentes de los personajes y el excesivo metraje de la cinta, ejercen de carga excesiva y pueden alejar a los espectadores del interés por los sucesos que ocurren en pantalla.

No obstante, subrayar la relevancia de la idea principal del filme: el establecimiento de un programa controlador de la delincuencia humana, que no deja de ser un intento espurio por anular la libertad humana y que sean los gobiernos de turno quienes diriman a su antojo que es el bien y el mal; cuestión muy peligrosa en todo tiempo y sobre todo en momentos mundiales complejos y de pandemia, como ha refrendado secularmente nuestra historia más cercana del pasado siglo.

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