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Mirando al cielo

Crítica

Público recomendado: +12

La película está basada en la historia real del joven cristero José Sánchez del Río que, con 14 años, el 10 de febrero de 1928 fue torturado y asesinado por oficiales del gobierno mexicano durante la guerra cristera por negarse a renunciar a su fe; martirio que lo elevaría a los altares años más tarde, el 16 de octubre del 2016, día que fue canonizado por el Papa Francisco.

Cuenta la historia de una familia que sufre un tremendo golpe cuando, después de que sus dos hijos mayores se unan a la guerra de los cristeros, también su hijo menor, de apenas catorce años, pide a los padres que le dejen alistarse. Su madre, sin entender el motivo pregunta por qué y el pequeño responde con convicción: “porque nunca fue más fácil ganarse el cielo”.

El director, Antonio Peláez, comenzó su carrera cinematográfica con Crystalstone (1987), una prometedora entrega de aventuras fantástica con una estética visual seductora que ganó siete premios internacionales. Además de sus trabajos documentales y televisivos, años más tarde aborda su siguiente producción cinematográfica: Cuando las cosas suceden (2007), un drama de acción que vuelve a tener como protagonista una familia a la que un acontecimiento inesperado cambia completamente la vida.

Mirando al cielo es su tercera producción para el cine y, como ocurre en las otras entregas, se centra de nuevo en una familia, esta vez durante la persecución religiosa llevada a cabo por el presidente de México, Plutarco Elías Calles de 1926 a 1929. Despliega una estudiada puesta en escena con un resultado estimable.

Importa especialmente el mensaje y se nota, porque resulta discursiva y el ritmo se ve comprometido en algunos momentos, lo que contribuye a que se haga larga, aunque todo mejora con el transcurso de la historia. Los actores funcionan bien en su conjunto, y resultan entrañables el joven José (Julián Fidalgo) y la madre (Estela Cano). La dirección de arte es destacable, no así los efectos especiales, sobre todo en lo que se refiere a las armas, poco creíbles. Pero no es una película de guerra, sino de un joven mártir del siglo XX, por lo que las escenas de batalla no son lo esencial y se pasa por ellas con la dignidad de un presupuesto ajustado. La mezcla de sonido no termina de funcionar en ocasiones. Pero a cambio tiene un protagonista interesante, una épica lucha por la libertad religiosa y un mensaje de fondo profundo y sugerente.

Película dura, que forma parte de esa memoria histórica tan reivindicada, que es de justicia conocer. La historia conmueve y muestra la violencia y crueldad desplegada por el presidente de México contra la fe de un pueblo. Que militares profesionales decidan ensañarse hasta la tortura con un pequeño de apenas catorce años cuyo principal delito es gritar “viva Cristo Rey” es algo que debería hacernos reflexionar a todos. Esa línea dramática, en la que se centra la película, es la que interesa especialmente al director.

Javier Figuero

https://www.youtube.com/watch?v=yxVL9hAWORE

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