Crítica
Público recomendado: +18
El cine sobre venganzas ha estado presente en muchas ocasiones en el cine a través de las cintas de Charles Bronson o de la exitosa saga protagonizada por Leam Neeson. Sin embargo, esta producción tiene un toque especial y sería como la versión definitiva y perfecta (pero encubierta) del Castigador de Marvel, creado por Gerry Conway, John Romita y Roos Andru, pues las adaptaciones de este personaje de cómic son más bien de serie B.
La película empieza con un globo rojo que va por el cielo, lo que parece un cruce entre El globo rojo de Albert Lamorisse y It (basado en la novela de Stephen King), en la que un matrimonio vive una pesadilla real, pues su hijo es asesinado por una mara mexicana.
John Woo es recordado por películas de corte bélico/histórico como Acantilado rojo o Windtalkers, en la que se recreaba la importancia que tuvieron los indios navajos durante la Segunda Guerra Mundial para ganar algunas batallas en el Océano Pacífico por su indescifrable código lingüístico para la inteligencia japonesa. Se trata de un cineasta que rueda magníficamente la acción como demostró al dirigir Face to face, que es, a mi juicio, una de las mejores películas de la historia del género.
Este realizador chino regresa a lo grande a Hollywood, después de varios años desaparecido del mapa. Este cineasta demuestra ser un gran narrador, haciendo honor a los maestros del cine mudo como Griffith, Chaplin, Keaton o Murnau, ya que representa a un personaje que pierde la voz con lo que se trata de una película sin palabras en cuanto a que los personajes no hablan, pero los disparos, las persecuciones, la caja de música o la risa de los niños se escuchan con normalidad sin que este detalle sea un hándicap para disfrutar de las escenas más potentes que se combinan con situaciones cargadas de significado, ya que la película arranca con un significativo milagro, mientras escuchamos los primeros compases de la canción Silent Night (Noche de paz), ya que su protagonista (Joel Kinnaman) vuelve a la vida en ese momento después de haber sido tiroteado. El largometraje te mantiene en tensión y está muy logrado. Esta película muestra a una familia que se quiere; que llora y ríe; con un guiño al género epistolar en una escena muy fordiana, en la que los protagonistas como la madre, interpretado por Catalina Sandino Moreno, rezan en la tumba de su hijo. John Woo nos ofrece alguna que otra metáfora sobre el sentido de la Navidad y su vivencia en familia, reflejando magníficamente el dolor por la pérdida de un hijo, que puede resultar emocionante por la dureza que supone sobrevivir a una persona que se le ha dado la vida.
Finalmente, la película es violenta pudiendo herir la sensibilidad del espectador en algún momento, donde se percibe que nuestro héroe tiene una ética que lo distingue de los villanos, pues es incapaz de atentar en presencia de niños para no manchar su inocencia o tratando de salvar a una agente de policía.
Víctor Alvarado