Crítica:
Público recomendado: Jóvenes
Un taxi recorre las vibrantes y coloridas calles de Teherán. Pasajeros muy diversos entran en el taxi y expresan abiertamente su opinión sobre multitud de temas, mientras son entrevistados sutilmente por el conductor, que no es otro que el director del filme, Jafar Panahi.
Durante este viaje, sus tres cámaras, colocadas en el salpicadero del vehículo, capturan el espíritu inconformista y crítico de una buena parte de la sociedad iraní.
Rezuma humanidad, veracidad y talento este nuevo y singular ejercicio de estilo del premiadísimo cineasta iraní Jafar Panahi (‘El globo blanco’, ‘El espejo’, ‘El círculo’, ‘Esto no es una película’, ‘Closed Curtain’), con el que vuelve a desafiar el arresto domiciliario y la inhabilitación para hacer cine a los que le condenó la justicia iraní entre 2010 y 2011. Un reto que le ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín 2015 y que despertará la simpatía de tantos buenos aficionados al cine, fascinados con su capacidad para contar casi sin medios historias entretenidas y profundas, divertidas y conmovedoras, amables y reivindicativas a la vez. Siempre, con un sorprendente dominio del lenguaje fílmico y la dirección de actores y no actores, con gran respeto a la sincera religiosidad de sus personajes y con una contagiosa cinefilia, que aquí le lleva a afirmar que “toda película es valiosa” y a dar su opinión sobre filmes clásicos y modernos, muchos de ellos prohibidos en Irán. Una genialidad, en fin, que regala uno de los desenlaces más antológicos de las últimas décadas.