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Un traidor como los nuestros

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: adultos

El brillante escritor John le Carré es sin duda uno de los autores más prolíficos en obras sobre espionaje (con permiso del señor Fleming), capaz de combinar una complejísima trama de entresijos políticos y gubernamentales, y aun así que el ritmo de los sucesos y el misterio no decaiga durante la narración. De igual forma, le Carré ha tenido decenas de novelas adaptadas al cine con resultados tan conseguidos como competentes: ahí están El espía que surgió del frío, El jardinero fiel o las recientes El hombre más buscado y El topo. Ahora es la prestigiosa realizadora Susanna White la que se atreve a ponerse detrás de las cámaras de Un traidor como los nuestros, adaptada por todo un especialista en mundo de los thrillers como es Hossein Amini, responsable de la adaptación de la obra de Patricia Highsmith Las dos caras de enero, y el guion de Drive de Nicolas Winding Refn. Nos encontramos ante una contenida, pero muy entretenida película de espías con todos los elementos que caracterizan las adaptaciones de le Carré: una estética fría y elegante, con personajes con moralidad de doble filo. Sin embargo, la película White peca de recurrir demasiado a la inverosimilitud de ciertas situaciones que lastran el resultado final, aunque sin condicionar el divertimento.

La película nos propone una trama que gira en torno a un matrimonio con problemas que se ven forzados a la petición de dar asilo a un famoso blanqueador de dinero de la mafia rusa, a cambio de dar información acerca de sus superiores al MI6. Con leves ecos al cine de Hitchcock y a la sombra de la última adaptación que si hizo de una obra de le Carré (The Night Manager, miniserie llevada a la pequeña pantalla por David Farr y dirigida por Susanne Bier), Un traidor como los nuestros se mantiene en el filo del suspense, alcanzado buenas cotas de tensión en su primera mitad; en su segundo tramo podemos acusar a Amini de abusar en demasía de los aspectos más inverosímiles de la película, y que ya tenía la obra de por sí. Sin embargo, el resultado final no aburre en ningún momento y mantiene la atención del espectador hasta el final, que es testigo del intrincado juego entre mafiosos y los servicios secretos occidentales. Podemos decir que se encuentra un peldaño por debajo El hombre más buscado, aunque visualmente resulte esta más atractiva. Las interpretaciones convencen, aunque uno puede notar a Ewan McGregor un poco perdido, pasados los primeros cuarenta minutos de metraje; el rey de la función, un Stellan Skarsgård en pleno estado de gracia y demostrando por qué es considerado uno de los secundarios de lujo de moda en la actualidad.

En conclusión: una entretenida película de espías, con buen ritmo, una impecable factura técnica, y unas buenas interpretaciones que disimulan solo por unos momentos los aspectos que lastran la coherencia de la obra. Pasando por alto estos detalles, el buen rato está asegurado.

 

 

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