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Viento de libertad

Caratula de "Viento de libertad" (2018) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Jóvenes

El cine de Hollywood, cuando es bueno, suele ser el mejor. Viento de libertad (2018, Michael Herbig) no es cine de Hollywood, pero ciertamente intenta parecerlo. Cuenta la fuga de un par de familias de la RDA usando un globo aerostático hecho con sus propias manos, su preparación, puesta en práctica, y con ello todo el sigilo y la precaución necesarias para burlar la vigilancia y seguridad de la Alemania del Este.

Es 1979 y los Strezlks (Friedrich Mücke y Karoline Schuch) han hecho junto a los Kretzels un globo que esperan, por el bien de sus hijos, los saque del lado comunista alemán. Tras intentarlo y fallar, deben tratar de hacerlo de nuevo, con la esperanza de que el viento del norte los lleve adonde desean. Basada en una historia real, Viento de libertad pretende hacer de esta hazaña una película alemana con “apetencia internacional” y, por lo tanto, extrema muchos de los recursos del cine hollywoodense, como si movimientos envolventes de cámara alrededor de los personajes hiciese a la cinta más dinámica o entretuviese más.

Estos personajes deben burlar no solo a los vecinos y paseantes que vigilan para sabotear o denunciar, sino a la propia Stasi. Que la banda sonora sea desde el inicio una propia de un thriller, cuando apenas se nos están presentando los personajes, y continúe igual durante toda la cinta, como forzando artificialmente la tensión, resulta una pérdida de tiempo y una trivialización de la empresa aterradora a la que se enfrentan los personajes. La historia es de por sí emocionante, pero Herbig insiste en que debe añadir elementos, en caricaturizar a los villanos, como si considerase que, al concebirla para el público internacional, tuviese que bajar el nivel, ser condescendiente. Aun así, entretiene.

Cuando a principios del siglo XX los europeos decidieron que harían del recién llegado cine un arte, apareció el film d’art: un espanto aburridísimo que no llegó a ser más que teatro filmado. Mientras, los estadounidenses, que no pretendían hacer del cine nada elevado, avanzaban en técnicas novedosas como el montaje paralelo. Viento de libertad podrá querer parecerse al cine más taquillero, pero sin éxito, puesto que ese cine tiene su arte y debe saberse hacer: ni desdeñoso ni pretencioso, sino un intermedio que a la vez entretiene y cautiva. Parece sencillo. No lo es. Esta película es la prueba.

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