La dupla formada por John Williams y Steven Spielberg vuelve a la gran pantalla. Comparable tan solo a otra tan exitosa como la que formaron Bernard Herrmann y Alfred Hitchcock, todos recordamos la música nacida de otras colaboraciones previas como La lista de Schindler, la tetralogía de Indiana Jones o la reciente War Horse (Caballo de batalla). Sin embargo, Lincoln se asemeja más a otros trabajos suyos de corte político como Nacido el 4 de julio, Nixon o JFK: caso abierto. Incluso recuerda en gran medida su trabajo para Amistad, de nuevo con Spielberg y en la que también es protagonista el tema de la esclavitud.
Pero, ¿por qué la mayoría de músicos, melómanos y cinéfilos piensan (o pensamos) que es el mejor compositor de música de cine? Tratar de responder a esta pregunta posiblemente daría para muchos folios de análisis, pero vamos a intentar dar con varias claves para entender lo que hace diferente a Williams frente al resto. Y lo primero que nos viene a la cabeza es su facilidad para construir melodías. Muchos de sus temas son y serán recordados por millones de personas de todo el mundo. Quién no recuerda la brillante fanfarria de Superman, la marcha imperial de Star Wars o la melodía en anacrusa de cinco notas en Parque Jurásico (por mencionar sólo tres ejemplos).
Pero aunque salgamos de la sala de cine y no nos acordemos de lo que hemos oído minutos antes, como seguramente sea el caso de Lincoln, basta con ponerse el disco en casa para descubrir los maravillosos temas que esconde. Sin un motivo que destaque especialmente sobre el resto, todos se entrelazan creando diferentes atmósferas para que la historia y los diálogos alcancen su máximo protagonismo. Quizá el que acumula más minutos en la cinta sea el que se escucha en “With Malice Toward None”. Un tema solemne con cierto aire folk dedicado al protagonista que se introduce en “The American Process” y que culmina con el sólo de piano del final de la película.
El primer corte del disco “The People’s House” nos presenta, a modo de suite orquestal, otros dos temas importantes. El primero es, posiblemente el que contiene los momentos más heroicos y épicos reservados sólo para este principio y algunos momentos finales de la película. La segunda es una idea musical muy americana, al estilo de Aaron Coplan y su A Lincoln Portrait. El uso del viento madera (clarinete) junto al viento metal de las flautas se hace una delicia y le da una identidad muy reconocible, alcanzando su máximo esplendor en las variaciones de “The American Process”.
Tras algunos pasajes más de transición, incluida una divertida jiga en “Getting Out the Vote” y el contraste con el dramático piano en “The Blue and Grey”, llegamos a las piezas culminantes de la banda sonora. Con todas las cartas sobre la mesa, Williams construye con maestría la partitura entrelazando motivos y otorgando fuerza y emotividad a cada fotograma. Y el primer ejemplo sería “Freedom’s Call”. Un corte en el que el gran protagonista es el violín de Robert Chan, concertino de la Chicago Symphony Orchestra. Un violín que sirve de guía para recorrer los tres temas principales de la banda sonora, aderezados con un nuevo motivo a base de acordes que ponen música a las emociones y las metas del decimosexto Presidente de los Estados Unidos. Recuerda mucho a Samuel Barber y mejora sus propios pasajes compuestos para El patriota.
Dejo para el final lo mejor: los 11 minutos sublimes de “The Peterson House and Finale”. Un poema melódico en el que se revisita toda la música de la película, atravesando cada fragmento con una sutileza exquisita y llegando a un emotivo final. Un solo plano fijo con el contraluz de la figura de Lincoln se convierte, con esta música, en algo realmente emocionante. Un disfrute para la vista, pero sobretodo, para los oídos. Estos minutos responden a la pregunta: es el mejor haciendo su trabajo.
Francisco ArellanoCodesido
Ficha técnica:
(Lincoln, EE.UU., 2013)
Compositor: John Williams
Sello: Sony Classical
Duración: 59 min.