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Condena

Crítica

Público recomendado: +16

Llega a la plataforma de Movistar, la segunda temporada de Condena. Se trata de una miniserie de tres capítulos de sesenta minutos de duración, que denuncia la mala gestión de las cárceles y los fallos del régimen penitenciario británico, así como las situaciones de indefensión en las que se encuentran muchos presos cuando no quieren meterse en líos. Si en la primera temporada se analizaba el funcionamiento de una cárcel masculina, en este caso se describe el funcionamiento de una cárcel del sexo contrario.

La historia gira en torno a tres presas que conviven en una cárcel. Una de ellas es afro-británica con fama de violenta. La segunda es una joven embarazada con graves problemas de adicciones, mientras que la tercera es una ladrona que con tan sólo un delito menor como el robo, deja a sus hijos en manos de su propia madre alcohólica.

Jimmy McGovern (su creador) y Andrea Harkin (realizadora) mantienen un tono intenso que captura casi literalmente al espectador, dosificando la información para que nunca se pierda el interés, a pesar de que se trata de un drama en toda regla de corte lacrimógeno, pero sin sensacionalismo (con un guiño a la ideología de género). Las buenas interpretaciones provocan cierta angustia, aunque también se transmite esperanza gracias a la labor de  una monja católica, interpretada por Siobhan Finneran, que ofrece luz a las reclusas en situaciones muy difíciles, siendo comprensiva y aportando posibles soluciones cuando parece que está todo perdido.  Otro punto interesante es la protección de la vida dentro del sistema penitenciario británico, pues los jueces favorecen positivamente a esta particularidad en este caso, lo que puede ser un punto de inflexión para salir del mundo de las adicciones.

El dato más reseñable de este producto televisivo se encuentra en un momento en el que una presa, que acaba de entrar,  recibe el consejo de otra que le anima, diciéndole que las mejores personas se encuentran a veces en la cárcel, como recordándonos que a veces un único fallo en la vida como producto de la depresión o de un arrebato de ira no significa que el corazón  de una persona no pueda haber amado con sinceridad. Por esa razón, la presidiaria  (amiga de lo ajeno) para sacar a su familia adelante sufre las limitaciones que este sistema pone a los delincuentes, ya que una cosa es la prisión para proteger al ciudadano y otra es el daño colateral, que se hace a los niños inocentes de toda culpa, que pagan el pato de todo siendo la ruina tanto para unos como para otros; tanto para los progenitores como para los hijos.

Víctor Alvarado

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