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A Colony

Caratula de "Une colonie" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Final del verano en el campo, en una zona apartada de Canadá. Mylia, una niña tímida e introvertida de 12 años, está a punto de empezar su primer año de instituto. Toda una simbología del paso de la infancia a la adolescencia. Sus nuevos compañeros parecen ansiosos de tener experiencias de adultos, mientras que a Mylia ese ambiente de “iniciación” caótica la intimida y le produce un rechazo casi visceral. Esta sensación de incomodidad, unida al recuerdo doloroso de un acoso escolar que había sufrido en la escuela, hace que se aísle, bien encerrada en sus pensamientos y sentimientos.

Los juegos con su pequeña hermana Camille, vivaracha y alegre, son los únicos momentos de seguridad para una Mylia que se resiste a abandonar definitivamente la infancia. Sin embargo, casi con resignación, busca integrarse entre sus alocados compañeros de clase. El puente va a ser Jacinthe, una joven algo mayor que el resto, con madera de líder, que la acogerá en su grupo de amigas. Pero Mylia no deja de sentirse desplazada, como si ella fuera distinta de las demás alumnas de su edad. En medio del bullicio de las fiestas y de las conversaciones obscenas de las otras chicas, ella permanece en silencio, buscando protegerse de esa vida “adulta”, que no le interesa en absoluto.

Por fin entabla una relación con Jimmy, un joven amerindio abenaki, solitario y marginado a causa de su exagerada susceptibilidad. La amistad con él le permitirá conservar juegos de infancia, compartidos con Camille y, al mismo tiempo, adentrarse en el ámbito de la adolescencia para aprender a conocerse a sí misma. No logrará todavía saber qué quiere, pero sí consigue tener muy claro qué es lo que no quiere.

Una película más sobre el paso de la infancia a la adolescencia, pero a la cual, la directora Geneviève Dulude-De-Celles ha sabido otorgar una belleza delicada, con un tono de melancolía resignada en la búsqueda de sí mismo, cuando se pierden los anclajes de la infancia.

“Cuando eras pequeña, ¿te salías de las líneas al colorear dibujos?”, le pregunta Jimmy a Mylia. Esta es la clave de interpretación de los dos personajes, Mylia y Jimmy: no se conforman con los límites de su entorno, las normas reduccionistas que igualan a todos y los convierten en un sumiso rebaño. No es que pretendan ser inusitadamente originales, tan solo quieren conservar su modo de ser particular y ser fieles a sí mismos. “Si algún día ves que me he hecho como los demás -le dice Mylie a su amigo-, mátame”.

La jovencísima Émilie Bierre (Mylia) ofrece una interpretación magnífica. Su compenetración actoral con Jacob Whiteduck-Lavoie (Jimmy) y con Irlande Coté (Camille) es sorprendente en actores tan jóvenes.

Geneviève Dulude-De-Celles juega con los silencios más que con las palabras, y su cámara, muy cercana a los rostros, capta los más mínimos detalles. Así, permite leer en la mirada de Jimmy un sentimiento de rebeldía contenida, a punto de explotar por cualquier motivo. Pero sobre todo se recrea con la cara de la protagonista, en la que, con un ligero parpadeo o un suave temblor de los labios, consigue mostrar emociones, incertidumbres y temores. Aunque justamente ese estilo cercano al documental, con escasos diálogos, y la delicadeza y el respeto al presentar a los personajes sin invadir su intimidad, hacen que el ritmo contemplativo resulta por momentos un poco lento. Lo cual finalmente no le resta ningún mérito a esa conmovedora crónica de iniciación de una adolescente bien dispuesta a llegar a ser ella misma sin doblegarse a las presiones del ambiente.

La amistad de Mylia y Jimmy, y sus respectivas circunstancias personales, le da ocasión a Geneviève Dulude-De-Celles de aludir a un tema bien interesante: el pasado colonial de Québec. Pero, aunque da título al film, Una Colonia, no se profundiza en ese sugestivo pasaje de la historia. Tal vez quede para una próxima obra.

Una interesante película de iniciación, que muestra con finura el sentimiento de melancolía y soledad de la adolescencia, la dificultad para reconocerse, el temor de no ser aceptado, y, sobre todo, la voluntad de llegar a ser quien se debe ser.

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