Crítica

Público recomendado: +16

David O’ Russell nos presenta con Amsterdam (2022) una comedia negra basada en hechos reales que se mezclan con ficción. Dirigida con su particular estilo ambicioso, falla en la trama un tanto dispersa y enrevesada que puede llegar a confundir al espectador haciéndole perder el foco de lo verdaderamente importante, si es que se puede llegar a saber en algún momento qué es lo importante. Lo maravilloso de la película es que, a pesar de todo el lío, Russell consigue que el espectador mantenga la tensión a lo largo de todo el filme sin resultarle aburrido. Esto se debe, en gran medida, a las actuaciones del espectacular reparto con el que cuenta la obra, formado por Christian Bale, Margot Robbie, John David Washington, Rami Malek, Anya Taylor-Joy y Robert de Niro entre otros. A lo que debemos sumar la fotografía de Emmanuel Lubezki y el cuidado vestuario de J.R. Hawbaker y Albert Wolsky.

Podríamos quedarnos en una crítica superficial si nos regodeásemos en los errores de Russell y sus ambiciones, pero la película es atrevida e inteligente. Más allá del relato detectivesco y el oscuro episodio histórico —conocido como el Complot de los negocios— que vertebran la historia, lo más importante, a mi parecer, son las cuestiones profundas que tejen la trama. Todo el filme se ve plagado del deseo de vivir con alegría, del amor y sobre todo de la amistad, enfocado en el triángulo que forman Burt (Christian Bale), Harold (John David Washington) y Valerie (Margot Robbie) en cuya relación queda muy patente que el amor es elección y no necesidad como se repite en varias ocasiones a lo largo de la película. Para los tres protagonistas, Amsterdam es su momento de mayor felicidad, después de la Gran Guerra encuentran en Europa un lugar de mayor libertad frente a los EE.UU. Destaco la actuación de Margot Robbie que en el papel de Valerie representa a aquellas mujeres que, tras su labor como enfermeras, encontraron una oportunidad para convertirse en artistas transformando todo el dolor y la locura que habían presenciado en amor y arte, como es el caso de Meret Oppenheim, Hannah Höch o Sophie Taeuber-Arp.

En definitiva, Amsterdam (2022) no es solo una película de entretenimiento con tintes históricos, si no una exaltación de la vida, que pese a los horrores de la guerra y las heridas físicas y emocionales que vemos en los protagonistas, el amor, la esperanza y el optimismo son el motor de su existencia y lo contagian al espectador.