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Animales en apuros

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Familiar

Animales en apuros, película de animación rusa dirigida por Victor Azeev. Nos presenta a un solitario castor, Bob, que mora, dichoso, en su pequeña, modesta y recoleta aldea. Todo va bien hasta que un día su tranquilidad se ve trastornada por un inquieto y jovial ejemplar felino, plasta y machacón interpretando el neohimno elegetebeí, I will survive, de la gran Gloria Gaynor. Tonadilla ésta, bueno es recordar, compuesta por Freddie Perren y Dino Fekaris. Desde hace decenios petando en discos gays, heteros, trans y en las quelis de todo ente cool que se precie. Una canción para gobernar un planeta. En nuestra cinta adquiere un sentido clarividente: arrostrar los aprietos existenciales, tornarse más fuerte y seguro, no compadecerse y tirar millas le pese a quien le pese. Que cada lector escudriñe la polisemia del asunto.

Prosigamos con nuestros protas. Una turulata nave alienígena trama maldades. Pero por allí, mayúsculo estrambote, también pululan otros extraterrestres de buen corazón que responden a los nombres de Zaca, Zic y Zuc. Desde entonces, entre todos ellos se irá cincelando una atípica y gran amistad. Los malos, excluidos de la cuchipanda, obvio. Algo más adelante, los aliens malvados aterrizan y dan comienzo sus pérfidas abducciones. Merodean distintos entes celestes para llevar a todo bicho viviente a una suerte de zoológico sito en su propio planeta allende las galaxias. El castor medio cascarrabias y Max, el gato, atravesarán toda la película esquivando las iniquidades de los scratchers (memento Area 51, Bob Lazard mediante). La hermosa y vigorosa amistad forjada por esta simpática pareja va incrementándose con el transitar de los fotogramas.

Los nuevos coleguitas, alienígenas de colores (verde, morado y rosa) hacen lo que pueden ante la lóbrega invasión allende los mundos conocidos. Peripecias múltiples, brotan cuervos y elefantes, jirafas y pingüinos y criajos, sobrevuelan globos multicolores, todo tan variopinto y buenrollista. Se pasan, eso sí, bastante tiempo- instante cimero- en la oprobiosa trena alien jugando al piedra, papel o tijera. Admirable añagaza para corromper inteligencias, en principio, superiores al ramplón cacumen de los terrícolas.

Se aglomeran guiños diversos, y asaz enjundiosos. Impresionante asunto, mucho más aterrizando desde Rusia semejante artefacto cinematográfico. Desde E.T, girasoles abriéndose y lacrimosos adioses, a la tercera parte de Men in Black, pasando por el inmortal homenaje al imperecedero Kubrick. Fenomenales y fastuosas danzas estelares al son de An der schönen blauen Donau (En el bello Danubio azul), de Johann Strauss II. De todas maneras, se debe aclarar que más allá de su recurrente y poderosa cinefagia, la moraleja no deviene excesivamente original. Hay que unirse ante las adversidades, juntos podremos vencer lo que se nos ponga por delante, los malos siempre pagan y los buenos siempre ganan. Un colosal  y (extremadamente) consolador embuste. Pero, a veces, cuela. En fin.

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