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Doctor Sueño

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Hay varias cosas que tendríamos que tener presentes antes de entrar a valorar una película como Doctor Sueño. La primera y probablemente la más importante, es que el film dirigido por Mike Flanagan no es estrictamente una secuela de El resplandor de Stanley Kubrick, sino una adaptación de la secuela del libro “El resplandor”, de Stephen King. Diferenciar entre El resplandor de Kubrick y “El resplandor” de King es fundamental porque al segundo nunca le gustó la película del primero. Al parecer, el escritor de Maine consideró que el director de 2001 desvirtuó su novela al convertir su relato en el hotel Overlook en una rallada mental de su protagonista, Jack Torrance (Jack Nicholson). Para King el problema no estaba en la mente de Torrance sino en el hotel pero Kubrick no pensó así.

Es por esta razón que en 1997 Stephen King produjera una miniserie dirigida por su amigo Mick Garris que llevara a la pantalla “El resplandor” tal cual él lo concibió. Estrenada en formato doméstico en España en una edición de 270 minutos, este “resplandor” de Garris y King es absolutamente indigesto, lo digo más que nada por los curiosos de más, que no pierdan el tiempo.

Dicho esto, elegir a un nombre para ponerlo al frente de semejante proyecto no era sin duda, una tarea fácil. El que accediera a dirigir Doctor sueño no solo tendría que dejar contento al todopoderoso Stephen King sino que además tendría que ponerse al lado del mismísimo Stanley Kubrick, un suicidio así, nada más plantearlo. Es cierto que Mike Flanagan no era mala opción. El director no ha hecho una mala película con una filmografía que sin hacer mucho ruido ha regalado algunas de las mejores películas de terror de los últimos años como Absentia (2011), Oculus (2013), Somnia (2016), Ouija. El origen del mal (2016) o El juego de Gerald (2017). Pero el verdadero petardazo lo dio Flanagan con la serie La maldición de Hill House (Netflix), probablemente la mejor serie de terror de los últimos veinte años. El caso es que este director norteamericano, en sus películas, como en su serie, demostró conocer el género, saber hasta dónde puede llegar y haberle pillado muy bien los tiempos para no desmoronarlo por querer apretar demasiado las tuercas.

En este sentido, Doctor sueño en sí mismo no es una mala película aunque está demasiado deslavazada y resulta un poco larga. Al film le sobran minutos por todas las esquinas y eso que se nota que Flanagan sabe lo que hace aunque esté partiendo de un material ajeno que, me da la sensación, no ha podido moldear a su gusto. Flanagan está acostumbrado a trabajar con otros guionistas pero seguramente no con uno tan previsible como Akiva Goldsman (no acreditado como tal pero que según parece le metió mano al guion a gusto). No es que el hombre escriba mal pero sí que es la quintaesencia del Hollywood previsible y comercial como demuestran sus guiones para películas como Batman y Robin, El código Da Vinci o Transformers. El último caballero.

El resultado de todo esto es una película que quiere pero que jamás puede por más que buena parte de la crítica se haya rendido ante ella. Al lado de El resplandor no tiene nada que hacer y como cinta de terror independiente solo levanta cabeza cuando se olvida de ella misma y vuelve la mirada hacia el film de Kubrick. Es verdad, pese a todo, que al final Flanagan logra dotar al conjunto de un estilo propio y que, sorprendentemente, uno no tiene la sensación de haber perdido el tiempo, pero Doctor sueño es sin lugar a dudas, una película terriblemente imperfecta y desigual.

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