Crítica
Público recomendado: +13
Una película ágil e inquietante que plantea grandes cuestiones, y reflexiona sobre la capacidad de las redes sociales de encumbrar o destruir la vida de una persona.
Si hay un tema que atraviesa y define nuestra época, es cómo la tecnología nos ha cambiado. Al igual que el descubrimiento de América cambió el orden económico, comercial y social del mundo, las nuevas tecnologías nos están modificando hasta la forma de pensar. Las redes sociales y la vida virtual parecen aún más reales que la vida misma.
Pues bien, se acaba de estrenar una interesante e inteligente película titulada Arthur Rambo; del director de La clase, ganadora de la Palma de Oro en Cannes. Esta película nos adentra en la vida de un joven escritor que triunfa con su primera novela, pero, al mismo tiempo, afloran una serie de comentarios en Twitter, que distorsionaran todo y le llevaran a un camino existencial complicado pero valioso. Una película que plantea grandes cuestiones actuales y que, aunque no ofrece las respuestas, consigue arrastrarnos con agilidad y eficacia a un mundo de lobos virtuales (y reales) implacables. Interesante las reflexiones que sugiere en torno a la identidad, a la familia, a la inmigración y a la responsabilidad con las nuevas generaciones.
Una primera parte magistralmente escrita, que te atrapa y conquista desde el primer plano, y una segunda más reflexiva pero cargada de momentos poderosos. ¿Qué somos: lo que decimos en nuestras redes sociales que hacemos o lo que verdaderamente hacemos? ¿Cómo se define a una persona; ¿por el número de seguidores, por la eficacia de sus ingeniosos comentarios? A nivel actoral vale la pena destacar, aparte del joven protagonista, a las actrices que interpretan tanto a su madre como a su profesora de la escuela, que sirven de sostén de sabiduría para el camino de locos que toman todas las tramas. Muy interesante cómo se apunta que el retiro del “mundanal ruido”, tomar distancia ante las redes sociales y sus eternos comentarios, es vital para recuperar lo perdido.
En esta línea argumental, donde la vida virtual termina afectando a la real, podemos recordar otras película claves (proféticas, diría) que valen la pena rescatar: Wall-e, Matrix, Días extraños, Los sustitutos, Ready Player One, Desafío total o incluso Origen, de Nolan. Porque es bueno recordar que la primera virtualidad ocurre en nuestra cabeza, es dentro de nuestra propia mente donde muchas veces malinterpretamos la realidad (tantos conflictos familiares, personales, laborales). El problema de “lo virtual” es mucho más antiguo de lo que parece; no es más que la lucha mental entre las imágenes que nos hacemos de lo que nos ocurre y la propia realidad. Esta relación con lo real es vital para saber quiénes somos. De ahí, que, rota la relación con lo real, nuestra identidad (y, por lo tanto, nuestra felicidad) queda distorsionada, como se muestra tan claramente en la película que nos ocupa.
En definitiva, una radiografía fina y eficaz de la sociedad actual y del enorme riesgo que existe de perdernos en las redes sociales. Recuerden, Arthur Rambo, en los mejores cines. Fue sección oficial en el Festival de cine de San Sebastián. No se la pierdan.