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Cata de vinos

Crítica

Público recomendado: +16

Empezamos bien: Un sábado, 29 de julio, la sala prácticamente llena, al 75% de su capacidad, para ver una comedia francesa, es, cuanto menos, estimulante. Película que competía en estreno de cartelera con otras ocho: entre ellas Más que nunca, un reconfortante drama protagonizado por Vicky Krieps o Delfines de plata, del compatriota Javier Elorrieta.

Cata de vinos -título en español- es una comedia francesa divertida, grata, honesta, con carga dramática y aunque también romántica, para nada empalagosa. El director francés Ivan Calbérac adapta su propia obra de teatro, como ya hizo con la película -y también obra teatral- El señor Henri comparte piso (2015). Seguramente por ello, el cineasta entra muy bien en la dimensión psicológica de los personajes y nos hace empatizar muy bien con ellos.

Jacques es el dueño de una tienda de vinos en una pequeña localidad francesa, con una vida tranquila, acostumbrado a su rutina, algo huraño y poco sociable. Tras sufrir una crisis hipertensiva, su doctor de confianza y cliente habitual en la tienda, le prohíbe beber alcohol, algo que pondrá en jaque su impermutable estilo de vida y le obligará a cambiar.

La afable e inocente Hortense llega un día a la tienda de Jacques, por azar, en busca de un buen vino para convidar a su grupo de amigos sin hogar, a los que puntualmente organiza una cena, dentro de sus habituales labores caritativas que practica en la Iglesia Católica.

Calbérac nos habla de las segundas oportunidades en la vida, y través del encuentro entre Jacques y Hortense, nos relata con un particular juego de matices que hacen de esta oportunidad algo único y extraordinario, aun siendo las suyas unas vidas tremendamente rutinarias. En encuentro tierno y dulce, que acoge, a su vez, toda suerte de traumas, miedos, inseguridades entre ellos.

Con buenos golpes de humor, el espectador disfrutará y se hará partícipe del pequeño milagro que se da entre nuestros protagonistas, con grandes dosis de respeto, cariño, empatía y comprensión entre ellos.

Isabelle Carret sostiene, en gran parte, la película, con su luminosidad y gracia, y ese magnífico aporte de inocencia a su personaje, la entrañable Hortense. Conocida por Les émotifs anonymes (Tímidos anónimos) o Les enfants du Marais (La fortuna de vivir). El personaje que encarna Mounir Amamra (Vampiros), el ayudante de Jacques en la tienda, contribuye a la cinta con mucha frescura y ritmo.

El vino es un elemento muy recurrente en la comedia francesa. La dégustation  comparte temática con cintas como la oscarizada Entre copas (Alexandre Payne, 2004) o Nuestra vida en la Borgoña (Cédric Klapisch, 2017), con sus diferencias evidentes en cuanto a guion, formato y narrativa.

Rosa Die

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