Crítica
Público recomendado: +16
John, un honrado limpiador de cristales, vive solo con su hijo Michael, de cuatro años, en un pueblo costero de Gran Bretaña. La madre del pequeño los abandonó poco después de dar a luz y regresó a Rusia, decepcionada porque no se había cumplido su sueño de prosperar en Europa. Nunca más han tenido noticia de ella. Sin embargo él parece querer comprender su frustración y no le guarda ningún rencor.
Es un hombre discreto y callado que, aunque es apreciado por quienes lo conocen, no acostumbra a tener vida social fuera del trabajo. No tiene tampoco parientes y su existencia gira totalmente en torno a su hijo, lo cuida y lo educa con esmero, y ha hecho de su casa un auténtico hogar en el que el niño crece feliz.
Cuando John descubre que sufre un cáncer terminal y que le quedan pocos meses de vida, intenta encontrar lo antes posible una familia de adopción para Michael, pero, al mismo tiempo, procura evitar que el niño se entere de lo que está sucediendo para que no sufra y disfrute tranquilo del poco tiempo que le queda de estar con su padre.
La historia, inspirada en hechos reales, está narrada con sencillez y de forma muy contenida, sin caer en ningún momento en el melodrama. Así, la enfermedad de John pasa a segundo término, únicamente la conocemos por alusiones, raramente vemos en John un gesto de dolor o adivinamos una cierta sensación de vértigo en lo alto de la escalera que usa para limpiar las ventanas. Solo una escena tiene lugar en una sala de oncología del hospital.
Por el contrario, son constantes los momentos en que la cámara se detiene en la sonrisa de ese hombre bueno cuando ve las ocurrencias de su hijo y, sobre todo, muestra su orgullo de padre ante la inteligencia y los buenos modales del pequeño.
Cerca de ti es, ante todo, un relato sobre la paternidad, la capacidad de un hombre, movido por el amor a su hijo, de sobreponerse al dolor físico de la enfermedad, a la proximidad de la muerte y al sentimiento desgarrador de tener que dejar a su hijo. Su única obsesión es dedicarse con todo su empeño a buscar el mejor hogar para Michael.
En todo momento lo acompaña una asistente social en prácticas, una joven encantadora para quien priman los sentimientos de humanidad y los deseos de ayudar a John, sobre sus intereses personales de conseguir el trabajo. Juntos los tres –el padre, el pequeño Michael y la asistenta social– van de una familia a otra, para calibrar todas las opciones antes de tomar la decisión definitiva. No hay intercambio de comentarios entre ellos, de tal modo que el espectador, que asiste a las reuniones como uno más, debe formarse su propia opinión sobre cada posible hogar de acogida.
Es una película sobre la vida, la responsabilidad de un padre de educar y cuidar a su hijo. Y también de cómo protegerlo ante las circunstancias adversas. La muerte inminente, lejos de convertir la historia en una tragedia lacrimógena, la hace grandiosa porque la llena de amor incondicional.
Es extraordinaria la dirección de actores, sobre todo del pequeño Daniel Lemont, que se revela como un grandísimo actor encarnando a Michael con un realismo y una espontaneidad increíbles. James Norton lleva a cabo un gran trabajo actoral, con una interpretación discreta y sutil para una situación tan dramática, sin perder en ningún momento la mesura. Comunica más con el gesto que con las palabras, se hace muy cercano al espectador, que puede identificarse con la situación que se está viviendo en la pantalla.
Uberto Pasolini ofrece una película bien filmada, con un buen guion y una historia, sin duda, original. Normalmente, las familias monoparentales que presenta el cine suelen ser con la figura de la madre. Y, si se trata de que uno de los dos progenitores ha hecho dejación de su responsabilidad y ha abandonado el hogar y la prole, casi siempre es el varón. La madre es la que permanece en cualesquiera circunstancias. Sin embargo, en este caso, es el varón quien asume en solitario las riendas del hogar y el cuidado del hijo.
A pesar de que trata de un asunto tan grave, no constituye una historia lacrimógena. Lo que destaca en toda la trama es la profunda belleza de la relación entre un hombre y su hijo, que, más que provocar lágrimas, mueve a la ternura y la admiración hacia los dos personajes.
Un film delicado, profundo, con un contenido humano conmovedor. La actitud ponderada y valiente de John, que acepta la muerte con serenidad y sobrevuela el dolor por amor a su hijo, constituye una lección de dignidad, fuerza y bondad.