Crítica
Público recomendado: +16
Laura, una joven finlandesa, toma un tren hacia Moscú para ir al yacimiento arqueológico de Múrmansk, en la región de Laponia. Viaja sola, aunque estaba previsto que fuera con Irina, su profesora de literatura y, además, su amante, que, en el último momento ha anulado su billete, aduciendo lo que Laura cree que es una excusa para no ir. Emprende, pues, el viaje llena de incertidumbre y nostalgia, pero dispuesta a recorrer casi dos mil kilómetros para ver las pinturas rupestres de Múrmansk.
Laura, inteligente, culta y refinada se encuentra sola y triste en un compartimento estrecho que debe compartir con Ljoha, un joven obrero ruso que se dirige a trabajar en las minas, un hombre vulgar, antipático y mal educado. Convencida de que el proyecto, que ya ha comenzado mal por la ausencia de Irina, va a convertirse en una terrible pesadilla con ese desagradable compañero, está a punto de abandonar y apearse en la primera estación. Sin embargo, finalmente decide continuar el viaje, cuyo destino va a depararle sorpresas.
Juho Kuosmanen nos ofrece una película original y profunda, entre una “road-movie” existencial y una comedia romántica, si bien más que una historia de amor es un encuentro personal entre dos seres humanos heridos. Es, además, un camino iniciático en el propio interior, para aprender a comprenderse y a aceptarse.
La cámara se sitúa casi siempre cerca de los personajes, en el marco estrecho y anodino de un compartimento, salvo dos escenas magníficas fueran del tren, con ocasión de dos paradas largas. Se nos muestra entonces una Rusia viva, alegre, con unos personajes humanos y cercanos. Los dos actores protagonistas, Seidi Haarla y Yuriy Borisov, tomados a menudo en primeros planos que llenan la pantalla, hacen un gran trabajo. Vemos como el rostro de Laura se va iluminando a medida que va conociendo a Ljoha y se va descubriendo a sí misma. Lo que hubiera podido ser un incidente dramático, el encuentro con el joven finlandés, tan distinto de Ljoha, se convierte al final en un momento de inflexión para recobrar la sonrisa y el gusto por la vida.
Muy merecidamente, la película fue reconocida en el Festival de Cannes 2021, con el Gran Premio del Jurado (el segundo en importancia del Festival, después de la Palme d’Or), que recibió ex aequo con Un héroe, de Asghar Farhadi). Compartimento N°6 recibió también una mención especial del jurado ecuménico, «Por la tierna mirada sobre el encuentro entre dos personas heridas, que jamás se habrían reconocido entre ellas ni como meros vecinos. Yendo más allá de lo previsible, cada una de ellas logrará, gracias a la otra, superar su soledad».
Una película hermosa y sensible, para disfrutarla