Crítica
Público recomendado: +12
Nos llega una de las películas de Disney más esperadas y, quizás, más polémicas de la temporada. Desde hace unos años Disney ha comenzado a estrenar en imagen real sus películas de animación más clásicas: El Rey León, Aladdin, La Bella y la Bestia, Mulán o Cruella, entre otras. Y aunque esto pudiera parecer una falta de creatividad por parte del Estudio (como muchos fans y críticos sostienen) verdaderamente no lo es. Basta citar las películas recientes de Disney como Frozen (2013) o de Pixar como Soul (2020) para frenar esta acusación; o la estupenda serie del universo de Star Wars, The Mandalorian (2019-2020). Obviamente, Disney es una empresa y necesita también ingresos y tiene una obligación frente a sus socios y accionistas. Más aún ahora con la fusión entre Amazon, Warner Media (AT&T), Discovery y la Metro-Goldwyn-Mayer; Amazon Prime Video se presenta con fuerza para liderar la lucha entre las plataformas de Netflix y Disney +.
Pero es que además la película que nos ocupa, Cruella, no es una simple recreación del pasado sino una interesante vuelta de tuerca a los orígenes del personaje de Cruella de Vil. Ambientada en el Londres de los años 70, en plena revolución del punk rock, la película muestra a una joven estafadora llamada Estella, así como una serie de acontecimientos que la llevan a convertirse en la discordante y retorcida Cruella.
Desde que Christopher Nolan estrenó Batman Begins (2005), todo héroe tiene su lado oscuro y todo villano su lado humano. Y la única manera de abordar estos asuntos es indagando en la infancia: revisando la relación con la madre o bien con el padre (como le ocurre a Bruce Wayne). Otra influencia reciente podría ser el Joker (2019) de Joaquin Phoenix, aunque desde otro tono y con otro público como objetivo comercial. O el personaje de Harley Quinn, la psicóloga que termina “transformada” en su relación con el Joker, en este caso, el de Jared Leto.
Pero, a parte de un guion que pretende reconstruir a un personaje desde su “orígenes”, también tenemos el duelo interpretativo entre Emma Thompson y Emma Stone, otro eje fundamental en el que descansa la película. El carisma de las dos actrices, junto a un vestuario y maquillaje excelente y una puesta en escena asombrosa (en ocasiones), estamos ante un producto muy digno que se merece un buen notable. Por otro lado, siguiendo la línea de Guardianes de la Galaxia (2014), la banda sonora está repleta de grandes canciones de aquellos años que conforman una playList estupenda; amén que sea ya uno de los discos más vendidos.
Mirando el aspecto antropológico del filme quizás habría que señalar la necesidad del personaje de emanciparse, siendo Estella o Cruella, de la figura materna (claro que la paterna está ausente). Esta rebeldía hacia la autoridad, junto a ciertas heridas de la infancia, dan lugar a un ser confuso, ambiguo, triste, descontento que no sabe bien quién es. Muy interesante cómo Emma Stone juega interpretativamente siendo Estella o Cruella, mientras el personaje va cogiendo forma. Este descontento, propio de la posmodernidad; esa crítica de la autoridad, propia de Mayo del 68; y ese erigirse como autosuficiente, donde el bien y el mal quedan casi desdibujados, donde la vida humana queda sin valor (no los animales), hacen de Cruella un interesante ejemplo del poso ideológico de nuestra época.
En definitiva, una interesante propuesta de Disney llena de agilidad, ritmo y precipitación; jalonada de varios momentos cómicos que convierte la película en una entretenida y poderosa recreación, de una de las villanas más temidas de la historia del cine, la inigualable Cruella de Vil; de la emblemática 101 dálmatas (1961). No se la pierdan.