Crítica
Público recomendado: +16
Del director de la interesante Las vidas de Grace (2013), nos llega una historia sobre el racismo basada en hechos reales, de hace poco más de 30 años. Ambientada en los años 80 y 90, nos cuenta la historia de un joven licenciado en derecho por Harvard, que decide empezar su carrera defendiendo los casos de los condenados en el corredor de la muerte de Alabama. En un estado donde el racismo y las heridas del pasado aun están muy vivas, comenzará una ardua labor en defensa de la dignidad de la persona, de la justicia y de la vida misma.
A nivel visual la película es correcta pero destaca, a parte de por su poderosa temática, por la interpretación de Michael B. Jordan. Muy interesante el valor documental de la película que, como le pasa a Cuestión de género(2018), consigue convertirse en altavoz histórico para las nuevas generaciones, de grandes problemas que no deben ser olvidados; en este caso, el racismo, ya no solo de ciudadanos sino también de agentes públicos como policías, fiscales del Estado o incluso jueces. Muy valioso también cómo el sistema legal, aunque tenga agentes corruptos, puede ser cauce de la verdad y la justicia.
En cuanto al tema jurídico se refiere, también vale la pena destacar la relación entre abogado y cliente; que más técnica o resolutiva, debe añadir una implicación con la problemática personal del cliente, considerando el valor de su persona, más allá de “los errores” cometidos. En este sentido, se desprende una influencia cristiana que atraviesa los principios del protagonista expresado en frases explícitas como “Cada uno de nosotros somos mucho más que lo peor que hemos hecho”. Además, de la cultura y expresión religiosa que se expresa en la comunidad negra a lo largo del metraje: la oración (personal y comunitaria), la misa o el canto. Interesante cómo el canto ha acompañado siempre a la comunidad afroamericana en su historia; en esta película vemos a un preso que recurre al canto para “no tirar la toalla”.
A nivel simbólico es interesante la secuencia donde un personaje mira al cielo en medio de un bosque, y respira hondo; como si anhelara un lugar más allá donde el color de piel no fuera un problema, ni el sexo, ni la religión, y donde toda vida importe.
En definitiva, una dirección sobria pero eficaz, una gran fotografía y un guion notable conforman una de las mejores propuestas estrenadas en 2020. Interesante película para ver con adolescentes y en familia, pues entretiene a la vez que nos instruye. Hace pocos años, se condenaban a inocentes a muerte tan solo por su color de piel; no nos tiene que dar vergüenza recordar que en las calles de “nuestra ciudad” se comerciaba con esclavos. En ese sentido el cine, como arte, tiene un enorme valor histórico y cultural. Aparte, la película es inspiradora y muy entretenida. No se la pierdan.