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Destino a Brighton

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Los viejos rockeros nunca mueren y a los que engancha esta forma de vida no dudan en surcar tierra y mar para llegar a los lugares donde se reúnen millares de personas apasionados por la música y forma de vida de quienes abrazan este modo de estar en la sociedad. Pero no son los únicos que lo hacen, pues el director británico Chris Green, a quien debemos también el guión, ha reflejado en Destino a Brigthon el ímpetu de los mods (modernos) por vivir de esta manera.

John Parker (Patrick McNamee), un joven de 19 años de Manchester, acaba de enterrar a su padre, tras lo cual decide ir a Brigthon, lugar espiritual de los mods (modernos), de cuya música y estética su padre era uno de los líderes de este movimiento no solo musical, sino también vivencial. En esta ciudad inglesa sigue presente esta corriente y forma de vivir y es donde John quiere esparcir las cenizas paternas. Dicho y hecho, el joven John está dispuesto recorrer unos cientos de kilómetros en su antigua scooter Lambretta que le dejó su padre donde llevará sus cenizas y se encontrará con situaciones y momentos a los que se unirá también Nicky (Sacha Parkinson:  Awadays, Noche de miedo, Apostasy), hija de un amigo de su padre. Ambos jóvenes, pero sobre todo John, se enfrentarán a distintas aventuras en esta roadmovie que plantea también un salto de maduración para ambos jóvenes que supondrá el lanzamiento de ambos a la edad adulta.

John conocerá las imperfecciones y nobleza de su progenitor a través de los amigos de aquel y estará cerca de repudiarle, pero la aparición de un amigo en el tramo final del filme y lo que este le cuenta de su padre le llevará a hacer las paces interiores con él.

Destino a Brighton es una película enérgica que explora lo que hacen los adolescentes y no saben apenas lo que hacían sus padres. El principal atractivo es la música de Paul Weller (…), por lo que su influencia en los personajes aquí, especialmente en el padre de John, es notable y alentadora. Muy recomendable para cualquiera que esté interesado en la cultura juvenil moderna en el Reino Unido. Regreso a Brighton está muy bien diseñada y cuenta con grandes actuaciones de Patrick McNamee (su primer filme) como John Parker y Sacha Parkinson como Nicki, la chica grosera con una sabiduría ganada para repartir.

Esta subcultura que se originó a finales de los años 1950 en Londres, Inglaterra y alcanzó su punto máximo entre principios y mediados de la década de 1960. Su sofisticación definió la revuelta juvenil de esa época. Los elementos significativos del movimiento mod incluían varios aspectos. Por ejemplo, la moda, a menudo trajes hechos a medida. Otro aspecto importante era la música, incluyendo el nuevo jazz que venía desarrollándose durante la década de los 50 (bebop, cool, modern jazz), el soul afroamericano, el ska jamaicano, parte de la música beat británica (principalmente el freakbeat), el rhythm and blues estadounidense y su variedad británica.

Chris Green conduce con maestría a sus nóveles actores y, por su parte, la música de Ian Livingstone y la fotografía de Max Williams refuerzan este filme, dándole un aire juvenil.

Para los fans de los mods (modernos) españoles de aquellos años, como Los Elegantes (uno de los grupos más relevantes de la Movida Madrileña) que vayan a ver el filme, será una propuesta inigualable para volver durante 101 minutos a rememorar momentos y situaciones de los años 50 y 60 que compartieron con otr@s tantos jóvenes, ahora ya más que maduritos.

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