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Divertimento

Crítica

Público recomendado: todos

 

 

Uno de los micromundos más interesantes de nuestro panorama educativo son los conservatorios de música. El nombre ya es en sí mismo, todo un desafío a una atmósfera ideológica donde la palabra “progreso” sigue siendo una idea fuerza y “conservador” puede verse como algo superado. La idea de los conservatorios es todo lo contrario, porque se basa en que hay algo que conservar: el legado musical de generaciones y siglos enteros de música, así como un modo de entender la enseñanza de un instrumento: clases individuales, exigencia, constancia, tenacidad, técnica, sentimiento, ensayos grupales, etc. Los conservatorios son además, sitios donde la igualdad no tiene sentido: se entra con un examen en el que la nota es determinante, sin importar el color del alumno ni su clase social o sus recursos. El que tiene aptitudes musicales entra; el que no las tiene, no entra. Muy fácil, muy sencillo, y de una importante esencial, hay cosas que hay que conservar.

Pues Divertimento va de esto. Es la historia real de una chica de origen argelino que vive en una localidad cercana a París. Ella y su hermana han crecido en una familia sencilla, con un padre melómano que las ha introducido en el mundo de la música clásica y ha velado con todo cuidado por su educación en todos los aspectos.

Sus orígenes sencillos se lo pondrán difícil cuando acuden a uno conservatorio de París, de alumnos mucho más pijos y estirados y tendrá que luchar por alcanzar su gran objetivo: formar su propia orquesta, tarea difícil para una mujer joven, de extracto social sencillo, en un mundo, el de la dirección de orquesta, donde la presencia de las mujeres es escasa. La película da pinceladas a muchos temas con gusto, casi de modo exquisito: su feminismo es suave, no beligerante; el padre de las chicas, tan bueno como la madre, es una figura extraordinaria llena de ternura y de equilibrio; el conflicto social y racial está meramente apuntado, sin cargar las tintas, para no distraer de la verdadera sustancia de la película: el recorrido de un músico que desea dedicarse profesionalmente a la música. Esfuerzo constante, crisis, estancamiento, superación, tenacidad.

Una de las figuras fundamentales de la película es la del viejo director de orquesta que apadrina musicalmente a Zahia: sus consejos revisten la forma de aforismo, casi de oráculos que se reciben con veneración, como si en ellos radicase alguna fórmula secreta, algún misterio arcano que desvele los secretos de la música. Y así es, el camino está plagado de dificultades y problemas, y solo si se sortean todos se puede llegar al final, a que la música acabe siendo un divertimento.

Pablo Gutiérrez

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