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¿Dónde está Mikel?

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +13

Horas después de un atentado de la banda asesina Eta que mató a dos militares y a un guardia civil en Pasajes, Mikel Zabalza, conductor de autobuses en San Sebastián, fue detenido por la Guardia Civil la madrugada del 26 de noviembre de 1985.

Junto a Mikel fueron detenidos, su pareja, Idoia Aierbe, el primo de Mikel, Manuel Vizcay, mientras que en la localidad navarra de Orbaiceta también fueron apresados dos hermanos de Mikel, Patxi y Aitor. En la localidad guipuzcoana de Rentería se detuvo asimismo a Ion Arretxe. Cuatro de ellos – Zabalza, Vizcay, Arretxe y Aierbe – fueron conducidos al cuartel de Inchaurrondo. La siniestra figura del recientemente fallecido Enrique Rodríguez Galindo, siempre en lontananza.

Rememoremos. Mikel Zabalza  fue trasladado por los tenientes de la Guardia Civil, Arturo Espejo y Gonzalo Pérez, y por Fernando Castañeda, a las proximidades del río Bidasoa para localizar un “zulo” donde, presumiblemente, habría armas pertenecientes a Eta. En un  momento dado, Mikel Zabalza, que llevaba las manos esposadas a la espalda, dato crucial, y  que no sabía nadar, otro dato tan crucial, y según la versión oficial, agredió los agentes y se arrojó al río, ahogándose en su intento de huir de los citados guardias.

De hecho la falsaria versión oficial se prepara minuciosa y exhaustivamente. Se planifica exhaustivamente. Tras la muerte de Zabalza, con la plena anuencia del entonces máximo responsable del cuartel, el citado Rodríguez Galindo, y de algunos miembros de la  cúpula del Ministerio del Interior socialista, se prepararon y falsificaron pruebas para eludir la actuación de los tribunales.

Dichas (falsas) pruebas se prepararon en un reunión realizada en el mismo cuartel y en la que  participaron, los siguientes  miembros de la Guardia Civil: Enrique Dorado Villalobos, Felipe Bayo Leal, Francisco Hermida Bouza, Francisco Javier Millán Pérez, Fabián Dorado Villalobos, Francisco Javier Olivar, José Rancaño Fernández, Gonzalo Pérez  García, Arturo Espejo Valero, Fernando Castañeda Vals, Aníbal Rodríguez Chinea, Alfonso Vicaría Hevia, Alejandro Iglesias Blanco, Fidel del Hoyo Cepeda, un cabo de apellido Balbás y el abogado del ministerio del Interior, Jorge Argote.

Y para comenzar a hacer verosímil esta patrañera versión, un guardia civil, que a la sazón también era ATS, Eduardo Gómez Pastrana, inyecta con una jeringuilla agua procedente del rí­o Bidasoa en el pulmón de Zabalza. El cadáver de éste permanecería varios dí­as custodiado por agentes de la Guardia Civil en una bañera del cuartel llena con agua del Bidasoa. Veinte días después su cadáver fue arrojado al rí­o donde fue “localizado”, también, por miembros del instituto armado, en un lugar que ya habí­a sido rastreado previa, amplia y reiteradamente por multitud de miembros de la Cruz Roja. Entre otros.

El sargento Pedro Gómez Nieto, en un informe dirigido al por entonces jefe de la Agrupación Operativa del Cesid, Juan Alberto Perote, confirmó que la muerte se produjo mientras el detenido era interrogado.

Gómez Nieto afirmaba en dicho informe que “se lo han cargado a la primera. Le han puesto una bolsa de plástico”. Gómez Nieto, también procesado por los salvajes asesinatos de Lasa y Zabala, revela que “en el interrogatorio participaron los tenientes Arturo Espejo, y Gonzalo Pérez García, así como Fabián Dorado Villalobos y tres guardias más”. ¿Enrique Dorado Villalobos sumergió la cabeza del detenido en el agua? ¿Felipe Bayo Leal, Luis Sandoval y Francisco Javier Millán Pérez lo torturaron, mientras, por el método conocido como “la bañera”?

Gómez Nieto explica en tal informe que cuando Zabalza dejó de respirar se montó un gran alboroto. Rodríguez Galindo (condenado por el secuestro, torturas y asesinato de José Antonio Lasa Aróstegui y José Ignacio Zabala Artano) se encaró a los tenientes Espejo y Pérez García, espetándoles: “¿Sabéis lo que habéis hecho? Me habéis hundido”.

Según este informe, reiteremos, dirigido a los servicios secretos, Zabalza fue “crucificado” a una puerta, con sus tobillos y muñecas inmovilizadas con argollas. La puerta fue inclinada repetidas veces sobre la bañera, hasta que se iba introduciendo, paulatinamente, en ella, la cabeza del detenido.

Tras la muerte de Zabalza nadie sabía qué hacer con el cuerpo y, según narra Gómez Nieto, “el cadáver se dejó en una charca y después en el Bidasoa”. Previa preparación de la versión oficial de la que ya les hablé anteriormente.

Magistral documental recién estrenado, Non dago Mikel? Retrata el siniestro pacto de silencio, otro de tantos. Cero condenados. Participantes en su detención, condecorados y ascendidos. Hasta hoy. Y la familia, sin justicia, treinta y cinco años después.

Tantos crímenes impunes. Como los casi 400 de la vil banda asesina Eta (y agreguen 226 asesinados si, como resulta más que probable, los etarras cometieran las matanzas del Hotel Corona de Aragón y el derribo del avión del monte Oiz). O como el de Mikel. O el de Josu Muguruza, 100% CESID.

Y lo dicho, Fiat iustitia, et pereat mundus. En fin.

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