Crítica
Público recomendado: +16
El cineasta, Alan Ungar, adapta la novela de Robert Knucle: The flying bandit (el bandido que volaba) y se la dedica a sus padres. Esta producción tiene el aliciente de estar basada en hechos reales, lo que tuvo bastante mérito por parte de este ladrón casi de guante blanco, logrando llevar a cabo con éxito la nada despreciable cifra de 59 atracos. Este realizador firma su primera producción de cierta entidad, vinculada al cine de acción e intriga. Para ello, este director ha contado con un reparto atractivo, encabezado por Josh Duhamel, que muestra su versatilidad gracias a su camaleónico personaje, al que acompañan Elisa Cuthbert y Mel Gibson.
La película se deja ver, aunque la forma en que el protagonista prepara los golpes resulta reiterativa y provoca que el largometraje se alargue innecesariamente. Los últimos 30 minutos ganan en interés y, en esos momentos, la película alcanza un ritmo adecuado para este tipo de producciones.
La cinta hace referencia al refrán: la avaricia rompe el saco y te puede hacer pensar sobre si la vida fácil es el camino más adecuado para lograr la felicidad o tiene sus consecuencias. Por otra parte, el detective de policía expresa su tenacidad por un lado y su impotencia para capturar al delincuente que presenta el récord de robos de la historia de Canadá. Este agente de la ley es consciente del significado del sentido del deber que conlleva una serie de sufrimientos y renuncias. La misión de este detective de policía nos recuerda que al final la verdad se abre paso. El lado más negativo de la historia es que se incluyen una serie de planos de corte hedonista en un club nocturno que no aportan nada a la historia.
Nuestro querido Mel Gibson, autor de profundas obras maestras por los valores que transmite y por la belleza de la imágenes en su labor de realizador como La pasión, Hasta el último hombre, Apocalypto o Braveheart, vuelve a dar muestras de su buen hacer como intérprete y sus apariciones como secundario de lujo despiertan el interés del espectador por la cantidad de matices y por la credibilidad que es capaz de transmitir en su trabajo enriqueciendo la historia, aunque en este caso, interpreta a un delincuente con aire de mafioso.