Crítica
Público recomendado: +12
Llega la nueva película como director de Cédric Kahn, también conocido por su faceta de actor. El caso Goldman ha sido una de las películas francesas más destacadas del año pasado, obteniendo varias nominaciones a los premios César y consiguiendo el de mejor actor para Arieh Worthalter.
El caso Goldman cuenta la historia real de Pierre Goldman, un revolucionario de izquierdas de origen judío, que es acusado de varios crímenes, entre ellos tres asesinatos. Goldman reconoce algunos robos, pero no los homicidios, y su juicio se convertirá en un cuestionamiento de los poderes del estado, y una reivindicación de la presunción de inocencia.
Lo primero que hay aclarar es que El caso Goldman se centra exclusivamente en el juicio del revolucionario, únicamente sabemos de otros aspectos de su vida por la información que dan los letrados. A pesar de que la narración avance casi exclusivamente por diálogos, y que apenas salgamos de la localización de la sala de juicios, Cédric Kahn consigue mantener un alto nivel de interés. Gracias sobre todo a la interpretación de Arieh Worthalter y a la intensidad de lo que se cuenta, la película no se hace pesada ni se echa en falta algo más de acción.
El aspecto visual es muy austero: la película está rodada en formato 4:3 (lo que viene a ser la pantalla casi cuadrada del cine clásico y la televisión antigua), sin apenas iluminación adicional más allá de la propia de la sala. La fotografía granulada y saturada remite al aspecto que tendría una película casera en los años 70, cuando transcurre la historia. De la misma manera, apenas hay primeros planos o movimientos de cámara con grúa o travelling. Tampoco existe banda sonora. Todo ello confiere a la película un aire semi documental, y favorece la crudeza de los sentimientos expuestos, aunque cinematográficamente el resultado sea algo plano.
Aunque seguramente el aspecto donde más flojea la película sea en la forma en que los antagonistas de Goldman (fiscales, testigos, policías…) son presentados con apenas un par de brochazos, como villanos de opereta. Todo el esfuerzo audiovisual por buscar el realismo resulta baldío ante esta carencia. La viuda de Goldman, por cierto, ha criticado la película, en especial que la presenten a ella como un testigo más del juicio, al que ella no fue convocada.
En definitiva, nos encontramos ante una historia interesante, contada de modo intenso y con una gran interpretación de su protagonista, pero que no llega a ser redonda. Recomendada para los adictos al cine de juicios.
Federico Alba.