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El hijo

Caratula de "El hijo" (2022) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendable: +16

Un chico de 17 años que siempre ha sido estudioso, responsable y alegre deja de ir al instituto durante un mes. Su madre, que vive con él no consigue entender a qué se debe el cambio del hijo con quien tiene cada vez una relación más difícil. El padre, que ha rehecho su vida con otra mujer más joven y acaba de tener otro hijo, le acoge en su casa y hace todo lo posible por ayudarle, pero tampoco es capaz de comprender qué le pasa a Nicholas. El propio adolescente hace todo lo que puede, pero ni él mismo entiende cuál es su problema.

Con esta premisa Florian Zeller explora un problema tan actual como es la salud mental en los adolescentes. De forma brillante y gracias a la interpretación del joven Zen McGrath, el filme muestra con un realismo estremecedor cómo funciona la mente de una persona que sufre depresión: una enfermedad silenciosa, que es incomprensible incluso para el propio paciente. La depresión atrapa a Nicholas y le lleva a tomar decisiones que él mismo sabe que son irracionales: no ir a clase, autolesionarse, mentir. En realidad no quiere hacer todo eso. Lo reconoce delante de su padre. Lo hace para canalizar el dolor que tiene dentro y que no le deja respirar. Nicholas no quiere dejar de vivir, quiere dejar de sufrir. “¿Qué te ha pasado en la vida que sea tan grave para no poder ir a clase?” le pregunta Peter, personaje que encarna Hugh Jackman. “Que no tengo ganas de vivir” responde el joven.

Toda la trama se convierte en una carrera de los padres de Nicholas por ayudar a su hijo. Cambio de casa, cambio de instituto, chaqueta nueva para que vaya a un baile con amigos… pero nada es suficiente porque ninguno de los dos quiere mirar la raiz del problema: su divorcio. Nicholas no entiende qué le pasa, pero una y otra vez vuelve al divorcio de sus padres. Quiere sin duda a su hermanito pequeño y a la nueva mujer  de su padre, pero cuando se queda solo con ella no duda en reprocharle: “lo conociste sabiendo que estaba casado y tenía un hijo y eso no te frenó”.

Pero si la descripción de lo que supone una depresión es buena, en el abordaje de la situación es donde la historia presenta más lagunas. Peter y Emma, dos personas cultas, bien posicionadas, con una buena posición profesional cometen el peor error de su vida, creer que son capaces de salvar a su hijo. Los dos personajes se quedan cortos, se dejan engañar fácilmente y no aceptan una ayuda externa y profesional que es imprescindible, así que el desenlace es inevitable y predecible.

No obstante, el filme deja abierta una pregunta dramática para cualquier padre que se descubre limitado frente al dolor de sus hijos. ¿De qué depende la vida y la felicidad de un hijo? ¿y cuál es el papel del padre frente a ella?

Elena Santa María

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