Crítica
Público recomendado: +18
Diao Yinan, que en 2014 se llevara el Oso de Oro en la Berlinale de 2014 con su anterior película, Black Coal, Thin Ice, trae un retrato de los bajos fondos de China en un relato serpenteante articulado a través del recuerdo y con ciertas dosis de poética.
El lago del ganso salvaje cuenta la historia de Zhou Zenong (Hu Ge), un gángster de cierto nivel que se ve involucrado, en medio de una batalla de bandas, en el asesinato de unos policías. A partir de este momento tendrá que huir de la ley o entregarse, buscar la ayuda necesaria y luchar contra el mundo de los bajos fondos mientras escapa de la justicia. Durante su periplo se asociará con Liu Aiai (Kwuai Lun-Mei), una prostituta “bañista” del llamado “lago del ganso salvaje”, lugar sin ley donde la policía no puede llegar. Con esta premisa, se elabora un relato de individuo contra el mundo que cuenta con dosis de elegante humor y de violencia explícita (que incluye algún despunte de artes marciales) en buen equilibrio entre lo recreativo y lo elegante.
Uno de los mayores atributos de esta pieza es el virtuosismo y el portento estético que desprende la dirección. Guiada con un ritmo de intensidad vertiginosa, y al mismo tiempo lleno de quietud, la huida perpetua de Zhou Zenong nos lanza a conocer el mundo de la mafia chinesca desde las entrañas, a encontrarnos en escenarios de muy diversa índole y en situaciones totalmente inesperadas que no caen en una ficción extremista y caricaturesca. Ello pese a tener elementos ciertamente desconcertantes o estéticos que alejan la película de la oscuridad manida y absolutizada del noir convencional para llevarnos, con una brisa de aire fresco, a escenarios suburbiales y a balsas en medio de la nada. El conjunto de la pieza la convierte en una proeza cinematográfica.
Los personajes son un tanto más maniqueicos, con voluntades unidireccionales, partícipes de un juego de marionetas al servicio del bien y el mal; o, en este caso, del mal relativo a unos y otros bandos. El recorrido náufrago del protagonista nos vehicula en un relato sin muchas preguntas existenciales más allá de la moral y del compañerismo callejero, pero, eso sí, nos lleva ante una poética del desencuentro que nunca encuentra descanso.
El lago del ganso salvaje es, a nivel experiencial, todo un deleite al que merece la pena asistir y nos ofrece un relato del mundo de los bajos fondos de China vehiculado desde los ojos de un individuo no falto de humanidad al que no le queda más remedio que batallar contra las sombras.