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El padre

Caratula de "El padre" (2020) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Anthony (Anthony Hopkins) es un anciano de Londres aquejado de los primeros síntomas de una demencia/Alzheimer. La enfermedad parece progresar con rapidez y ya le cuesta reconocer en ocasiones a su propia hija o confunde personas, conversaciones y situaciones. Su hija única Anne (Olivia Colman) debe trasladarse a vivir a París, ya que ha conocido a un hombre con el que quiere darse una última oportunidad en el amor. Por tanto debe buscar una solución para su padre, que no puede seguir viviendo solo, aunque él no lo reconozca. Para Anne cualquier solución es dolorosa, porque implica estar lejos de su padre.

Este es el argumento de la británica El padre, una de las películas mejor valoradas del año por público y crítica. El padre se basa en la obra de teatro del dramaturgo francés Florian Zeller, que es además el guionista y director del film. Zeller ya había escrito diversas comedias para el cine, como Enamorado de mi mujer (2018) o No molestar (2014), pero esta es la primera vez que asume el rol de director de un film.

El lector puede estar pensando que ya se han filmado muchas películas sobre el Alzheimer u otras dolencias mentales de la tercera edad. Y no le falta razón. ¿Cómo no recordar una de las primeras: En el estanque dorado? O El hijo de la novia, Quédate conmigo, El cuarteto, ¿Y tú quién eres?, Vivir dos veces, Recuérdame, El viaje de sus vidas… Pero la originalidad de El padre estriba en que el punto de vista de la narración, que es el del anciano que padece la enfermedad. Gracias a este recurso, la confusión que experimenta el protagonista es la misma que la que sufre el espectador. Cuando Anthony cambia nombres, personas, ubicaciones…, y mezcla en su cabeza conversaciones y lapsos temporales… lo mismo sucede con el espectador.  Si el protagonista experimenta una terrible soledad como consecuencia de haberse quedado sin certezas, el espectador empatiza con él perfectamente y consigue identificarse con sus sentimientos, miedos e inseguridades. Pero también por esto siente más dolor que en las películas precedentes. El director consigue de esta manera poner la mirada en la dignidad del enfermo, en su autoconciencia herida, de una manera muy original y artística. Cuando el duro y bravucón Anthony se derrumba, el espectador se derrumba con él y probablemente no pueda contener las lágrimas.

El padre no es por tanto cine moralizante. Solo busca ponerse en el lugar del enfermo, y así hacer más comprensible sus emociones e incluso su cambiante carácter. Es una película que deja un sabor agridulce. Por un lado provoca una justa e inevitable tristeza, pero por otro se agradece su profunda humanidad desprejuiciada. En el momento en que España ha legalizado la eutanasia, este film nos señala la humanidad tierna y frágil de Anthony, que se ha convertido en un niño pequeño que solo quiere el afecto y compañía de su hija.

El trabajo de interpretación de Anthony Hopkins es sencillamente soberbio, merecedor de un Oscar. Y le da la réplica con dignidad Olivia Colman, que actúa con contencióna, pero que expresa magníficamente la difícil situación personal y el dilema moral en el que se encuentra su personaje.

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