Crítica

Público recomendado: +18

Este viernes, 6 de marzo, llega a las salas de los cines españoles El ritmo de la venganza, intenso thriller de acción y último trabajo hasta la fecha de la joven cineasta estadounidense de 42 años, Reed Morano (participó en algunos capítulos de El cuento de la criada en la dirección, si bien su éxito profesional viene como directora de fotografía), escrito por el inglés de 56 años, Mark Burnell, a partir de una novela propia homónima.

El filme sigue las andanzas de la joven treintañera Stephanie Patrick (Blake Lively). Ha sufrido la pérdida de su familia, prototipo al uso y con recursos económicos suficientes, en un accidente de avión y en consecuencia se ha dejado arrastrar por una mala vida que la sitúa de partida en las cloacas de la condición humana, en la prostitución, donde queda instalada en un gran vacío interior, desesperante, nihilista y sin salidas.

Pero quiere encontrar respuestas. Cuando descubre que sus padres no murieron circunstancialmente en ese avión, sino que fue un atentado islamista, y tras no saber qué hacer en un primer momento y asumir la nueva situación, después su fuero interno le pide hacer justicia por su cuenta y, de esa manera, se embarca en una peligrosa misión para descubrir todos los porqués.

Acierta Reed Morano en este ajuste de cuentas, donde lo que más se aprecia es la evolución dramática de su protagonista, interpretada con solvencia por la actriz Blake Lively, tras la buena huella impresa por sus predecesoras en el modelo de personaje, a saber, Charlize Theron o Jennifer Lawrence.

También ha de ponerse énfasis en el enriquecedor trabajo de un correcto Jude Law, al que se echa de menos algo más de peso y de tiempo en el drama, que ejerce de entrenador con la nueva Nikita. En este sentido, el tándem funciona a la perfección y B (Jude Law) y Stephanie resultan creíbles, vulnerables, con aciertos y errores calculados que los hacen próximos al espectador, y de esa manera el cine se va quitando esa máscara de hermetismo con los personajes fríos y despiadados de este corte, desenvueltos en un asfixiante hermetismo que termina por hacerlos inverosímiles.

Sin embargo, El ritmo de la venganza flojea en el fluctuable guión, al que se le permiten ciertas licencias en el género, pero a su vez se ve potenciado por un montaje trepidante, una banda sonora escalofriante e intensa, y con escenas de acción muy bien rodadas, como la excepcional persecución en coche o algunas peleas callejeras de gran realismo, que son buena muestra de la pericia de la directora tras la cámara.

Queda, pues, un intenso thriller de acción, entretenido, bien interpretado y dialogado, que acentúa el sentimiento de pérdida que los hijos sienten hacia sus padres y hermanos, habida cuenta de la herida interna que les causa su ausencia y cuando la ley no te permite que puedas enterrarlos en paz.