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Lo mejor está por llegar

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

Con un largometraje en su haber, llega a España la segunda película de Alexandre de La Patellière (El nombre…), un filme en el que volveremos a observar las convincentes dotes interpretativas de Fabrice Luchini y de Patrick Bruel, dos actores que se enfrentan en la ficción a un hecho luctuoso.

Acuciado por César (Patrick Bruel: Las cosas bellas, El lobo, Un secreto…), Arthur (Fabrice Luchini: La chica de Mónaco, Las chicas de la 6º planta, Moliere en bicicleta…) lleva a su amigo al médico. A partir de ahí se plantea un gran malentendido por el que cada uno de ellos está convencido que el otro tiene pocos meses de vida, por lo que deciden exprimir al máximo el tiempo para pasarlo juntos y vivir alocadamente.

Con planteamiento de comedia, el guion de Matthieu Delaporte y del propio Alexandre de La Patellière rehúye una propuesta más profunda de lo que supone el horizonte inmediato del fin de la vida, para enredarse en situaciones más hilarantes que desvían la cuestión nuclear donde nadie se toma en serio lo que está en juego. Ni siquiera sucede cuando César visita a un sacerdote católico para preguntarle a qué Dios deber orar para ayudar a su amigo, con lo que se constata nuevamente la huida del cine francés de planteamientos transcendentes habituales en situaciones límite. Anemia espiritual que se repite a tiempo y a destiempo, que no es una pretensión del que escribe para pasar de la comedia al drama, pero sí ser consecuente al menos con lo que se plantea en la historia.

En el papel de exprimir el tiempo de vida, Arthur y César se afanan en abordar planes escapistas, casi siempre, aunque también hay momentos de mayor hondura, cuando Arthur insiste a César para que se reconcilie con su padre tras años sin hablarse.

Más allá de las actividades de ambos maduritos, entre los dos amigos falta también un planteamiento (aparte de la reconciliación aludida anteriormente) más honesto para hablarse francamente de que su tiempo acaba para ambos.

Con los casi 120 minutos de metraje, se podían haber dicho y abordado otras cuestiones más acordes —y no se hace— con lo que está en juego en este Lo mejor está por llegar, que no da razón de ello.

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