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El silencio de la ciudad blanca

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: + 18

Tras la presentación reciente de una nueva película de la Trilogía del Baztán, para finales de octubre, tiene previsto hacerlo también El silencio de la ciudad blanca, primera entrega de la trilogía de La Ciudad Blanca, que dirige el realizador catalán Daniel Calparsoro (Cien años de perdón, Combustión, Guerreros…) y que cuenta entre sus protagonistas con Javier Rey (La última secuencia, Inertial Love, El alquiler…), el convincente capo de la droga Sito Miñanco de la serie de televisión Fariña, y Belén Rueda.

La acción de El silencio de la ciudad blanca (Vitoria) se sitúa en el momento en el que son encontrados dos cadáveres de un chico y una chica de veinte años que aparecen desnudos y compuestos —de una forma que se repetirá en los siguientes crímenes— en la cripta de la Catedral Vieja de la capital vasca, en lo que el inspector Unai López de Ayala, alias Kraken, (Javier Rey) califica como crimen ritual y la vuelta a las andadas del asesino que ya tuvo en jaque a la policía vasca por crímenes similares 20 años atrás. En este trance, el policía conocerá a la nueva comisaria, Alba (Belén Rueda: Mar adentro, El orfanato, El mal ajeno…), con la que coincide todas las mañanas a primerísima hora cuando sale a correr por las calles desiertas de Vitoria.

Tanto en Legado en los huesos, de la trilogía del Baztán, como en El silencio de la ciudad blanca, existen similitudes y diferencias en su composición y desarrollo. En cuanto a las primeras, hay en ambos filmes un exceso de nombres —farragoso tema este— y hechos que requieren algunas explicaciones para situar al espectador (Unai califica de asesinato y no de accidente el choque en el que murió su mujer y que conducía un conocido del que no se ofrecen más datos). En ambas películas, actúa un asesino en serie que mata a sus víctimas y las coloca de una manera impactante, aunque hay que subrayar que el asesino, con el que tiene que lidiar Unai, “Kraken”, es más sádico que el de la Trilogía del Baztán. Para seguir con las concordancias, en ambas se ridiculiza a personas de la Iglesia (el “prepotente” cura Sarasola en Legado en los huesos y los controles de acceso de la Clínica Universitaria del Opus) o creencias cristianas, como son las explicaciones del señor mayor, que enseña una ermita a Unai, el cual afirma que en la pared aparece “el cuento” (frescos de la Creación), pero que en realidad el suceso de la manzana en el Edén es el mandato de Dios de dejar en la ignorancia al ser humano para que este no conozca los secretos de la vida. Planteamiento tan chusco es bastante ridículo y no tiene parangón en la galería de los disparates.

En cuanto a las diferencias, en Legado en los huesos conocemos al asesino al final del filme, mientras que en el de Calparsoro nos lo muestra a mitad de la cinta con una capacidad inaudita y maligna de torturar a sus víctimas con abejas.

Hay un buen trabajo actoral del director catalán con los protagonistas, entre los que se encuentra también Manuel Solo (Celda 211, Amador, Matar a un niño…) en el papel de Mario, marido en el filme de Alba (Belén Rueda), cuyo matrimonio está en crisis por el embarazo de ésta que no llegó a término.

Muy conseguida y trepidante es la persecución del asesino por parte de Alba y Unai por el tejado, los pasadizos y las escaleras de la Catedral vieja. Como en cintas similares, no falta la sesión de sexo entre la pareja principal.

Basada en la trilogía de la escritora Eva García Sáenz de Urturi, un auténtico bombazo editorial con más de un millón de libros vendidos, a El silencio de la Ciudad blanca, le falta mayor hondura en las motivaciones psicológicas del criminal (más allá de la venganza y el exhibicionismo con los que actúa) para asesinar a personas de distintas edades y siempre en parejas hombre-mujer. Veremos si a esta primera le siguen y se llegan a rodar en la misma línea de trhiller las dos restantes, aunque en esto “la prueba del algodón” la tienen primeramente quienes hayan leído el texto de la Sáenz de Urturi.

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