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Érase una vez en Queens

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +13

En un contexto en el que se empieza a valorar como es debido la variedad cultural conviviente en un mismo país, están surgiendo películas muy interesantes que relatan historias que tienen como protagonistas a personajes en escenarios culturales diferentes. En los años 90 y a principios de los 2000, empezaron a aparecer obras que ponían su foco en aquellos personajes que antes no tuvieron oportunidad de protagonizar: por poner dos ejemplos característicos, así surgen obras como Boyz N the Hood de John Singleton o New Jersey Drive de Nick Gomez con sus relatos sobre la comunidad afroamericana; y Girlfight de Karyn Kusama o Las mujeres de verdad tienen curvas de Patricia Cardoso enfocadas en la comunidad hispanoamericana. Hasta hace unos años, muy pocas películas se han centrado en la comunidad asiática residente en Estados Unidos: podemos destacar El club de la buena estrella de Wayne Wang o Better Luck Tomorrow de Justin Lin. Sin embargo, con el surgimiento de nuevos cineastas, nacen con ellos una nueva mirada renovada del mundo costumbrista de las comunidades asiáticas: ahí están las vanagloriadas The Farewell de Lulu Wang y la reciente Minari. Historia de mi familia de Lee Isaac Chung. Con Érase una vez en Queens, Eddie Huang vuelve al retrato sobre las diferencias generacionales en una familia china residente en Estado Unidos; pero el resultado, a diferencia de las obras mentadas anteriormente, es desigual menos equilibrado, aun poseyendo su valor.

La película nos cuenta la historia de un joven y prometedor jugador de baloncesto que debe equilibrar sus ambiciones de futuro con aquello que su familia espera de él. La obra contrapone las visiones de la generación de los padres del protagonista con una más contemporánea y actual, con la intención de mostrar los cambios y avances de una edad a otra; sin embargo, la exposición de los acontecimientos no deja ser un tanto prosaica y rutinaria, algo tópica y que convierte la película en una muestra demasiado atada a sí misma para llegar a ser lo que fue, por ejemplo, The Farewell. Uno de los puntos que más enteros restan es el romance del joven: demasiado convencional y clichera, como sacado de una romcom de Netflix. Los mismos comentarios podemos dirigirlos a las escenas deportivas: le falta la garra y la chispa de otras películas de género que saben aprovechar el dinamismo de sus tramas deportivas y el símil con la superación personal. La relación con los padres está bien llevada y transmite esa idea ageneracional sobre el respeto y el amor a aquellos que nos han abierto el camino y nos han dado la vida.

La película alcanza el punto emotivo con las secuencias que el protagonista comparte con Pop Smoke, rapero fallecido recientemente y que cumple con creces en un papel pequeño pero trascendental dentro del cambio interior que sufre el personaje. El plantel actoral cumple sobradamente y da unas buenas interpretaciones, no excepcionales, pero si convincentes, como la de Domenick Lombardozzi.

En definitiva: una película para valorar por el trato respetuoso a los mayores, pero algo insípida y rutinaria en su conjunto.

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