Crítica:

Público recomendado: Mayores de 13 años

Famosa adaptación de la novela de Howard Fast de la mano del guionista Dalton Trumbo que constituye uno de los más redondos alegatos en contra de la esclavitud de la historia del cine y que ha sido siempre extrapolado a la persecución de los comunistas en el Hollywood de los 50. El espléndido reparto y la mano maestra de Kubrick detrás de la cámara contribuyó a recrear con mano maestra una magnífica historia sobre el ocaso de un mundo (la República romana) y el inicio de otro (el Imperio). La idea de la trascendencia es una constante en el filme. Los esclavos viven sometidos y, sin embargo, son una grandeza de espíritu que choca de bruces con la frialdad de los romanos, víctimas de una corrupción moral que les ha convertido en los auténticos depredadores. Por contra, Espartaco, un hombre sin ninguna formación y lleno de preguntas, sin embargo, encarna toda la grandeza del espíritu cristiano y es que nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos como se muestra en una de las escenas clave de la historia del cine, la de “yo soy Espartaco”.