Crítica
Público recomendado: +16
Cine y videojuegos tienen una relación complicada: mientras que todos recordamos grandes decepciones de adaptaciones (la primera película de Super Mario Bros., la incalificable protagonizada por Bob Hoskins), otras han dejado buenos sabores de boca (la hasta ahora última película de Super Mario Bros., que ya comentamos en esta web, o Tetris). Llega ahora Five Nights at Freddy’s, basada en una popular franquicia de miedo, que intenta hacernos sentir lo mismo que jugando, algo complicado sobre todo en la impresionante versión que se hizo para realidad virtual.
La desconocida directora Emma Tammi se pone tras las cámaras para entregar 110 minutos que no se hacen especialmente largos con algunos sustos y, sobre todo, una ambientación muy lograda sacada directamente de lo que se ve en los juegos, esto es, un destartalado restaurante y animatrónicos que provocan escalofríos. La historia, mínima, es curiosa: Mike, un hombre bastante perdido e inestable, empieza a trabajar como guarda de seguridad en Freddy Fazbear’s Pizza, sitio cerrado desde hace años. Lo hace forzado por la situación: de no conseguir trabajo estable la custodia de su hermana pequeña recaerá en una odiosa tía que, horror, “huele a tabaco” (frase literal de la película). Sin embargo en Freddy Fazbear’s Pizza las cosas no son lo que parecen y los animatrónicos resultan ser máquinas asesinas. La misión de Mike será proteger a toda costa a su hermana pequeña de un peligro que no imagina.
No vamos a engañarnos: el desarrollo de los personajes es mínimo, casi nulo, pero hay que agradecer que se insista una vez más en la importancia de la unión familiar y, atención, menciones a las comidas juntos e incluso a la bendición de la mesa. Pequeños detalles, livianos, pero que están ahí y que no todos se atreven a mostrar.
También es curiosa y hasta agradecida la aparición de Matthew Lillard como guiño, ya que es un actor que ha estado en otras películas de miedo como Scream o 13 Fantasmas.
Eso sí, al filme le falta algo de ritmo en varias ocasiones y tarda en arrancar para mostrar sus “mejores” cartas, junto con un clímax algo cojo y unas explicaciones demasiado livianas. Tampoco se buscaba un guion como el de El Padrino, cierto, pero algo más de coherencia se habría agradecido.
Queda pues un producto que gustará sobre todo a los fans de la saga de videojuegos, pero los que no lo sean no se perderán y verán una película de miedo más, del montón salvo por el estupendo diseño de producción, por encima de la media.
Miguel Soria