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La contadora de películas

Crítica

Público recomendado: +12

 

 

El argumento gira en torno a la vida de una niña que vive felizmente con su familia, en un pueblo cercano a las minas chilenas de sal. Todos los fines de semana, ellos van al cine y  comentan sus escenas favoritas,  con lo que convierte a su protagonista en una grandísima contadora de películas, alegrando las vidas de los habitantes de la zona, cautivando al espectador. Quién, después de haber leído este argumento, no se acercaría a ver esta coproducción de Chile, España y Francia (de ahí un reparto compensado: Daniel Brühl, Bénérice Bejo recordada por The artist y las actrices chilenas que interpretan a su protagonista), basada la novela de Hernán Rivera Letelier que ha contado con un guion escrito entre otros por Isabel Coixet y se percibe su mano en el buen sentido del término.

La dirección ha corrido a cargo de la cineasta, Lone Scherfig, una cineasta que pertenece al movimiento Dogma que transmitía una mirada que atendía a todas las dimensiones del ser humano, recordada por Italiano para principiantes, y por su nominación al Óscar por An education. Esta producción está ambientada en la época más convulsa de Chile. El populismo comunista de Allende, y la de la dictadura de Pinochet, mostrando las luces y no las sombras del primero y quedándose con el lado más oscuro del segundo. Estos detalles son comprensibles, teniendo en cuenta las vivencias personales del autor del libro en el que se basa esta producción.

La película es de un nivel extraordinario, pues la cineasta logra transmitir su amor al cine como ya hicieron Spielberg con Los Fabelman;  Sam Mendes a través de El imperio de la luz; Giuseppe Tornatore mediante Cinema Paradiso o Kenneth Branagh en torno a Belfast. El humor y el drama se combinan sabiamente para que el largometraje no pierda el interés en ningún momento y la hora y cincuenta minutos de metraje se pasan en un suspiro. La directora sabe encajar cada uno de esos guiños al cine cuando la situación lo requiere, apelando por ejemplo a la última frase que se pronuncia en El hombre que mató a Liberty Balance (John), protagonizada por John Wayne; recordándonos las claves de Solo ante el peligro interpretada por Grace Kelly y Gary Cooper o mencionando el trabajo de Sergio Leone en El bueno, el feo y el malo; Espartaco de Stanley Kubrick, Pierrot, el loco de Jean-Luc Godard; el musical Los paraguas de Cherburgo o rememorando el final feliz de Tiempos Modernos en la que vemos a Charles Chaplin y Paulette Goddard  e incluso cuando se habla de Dios en una situación en favor de la vida, mientras se recuerda uno de los espectaculares pasajes de Los Diez Mandamientos, por la que Charlton Heston ganó el Óscar.

La familia está presente como un pilar en el que apoyarse en las alegrías y las penas. La relación existente entre la protagonista, interpretada por la actriz niña Alondra Valenzuela y con la actriz adulta Sara Becker y su hermano tartamudo es de quitarse el sombrero , pues se percibe que se quieren; se protegen; se comprenden; se ayudan y comparten su preocupación cuando su madre toma una decisión difícil. Una de las escenas más bonitas de esta historia es la relacionada con la maternidad. Esta producción es un sí a la vida de gran belleza y su gesto provida parece como un modo bonito para madurar y alcanzar la felicidad con esperanza como dice la encantadora canción de su “madre” Bénérice Bejo.

Víctor Alvarado

https://www.youtube.com/watch?v=QYhqdzmdv0Y

 

 

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