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Juniper

Crítica

Público recomendado: +16

En el drama neozelandés Juniper (Matthew J. Saville, 2021) padre e hijo se preparan para la llegada a casa de la abuela paterna, Ruth (Charlotte Rampling) desde Inglaterra, pues se ha roto la pierna y necesita cuidados mientras guarda reposo. El nieto, Sam (George Ferrier), un adolescente de unos diecisiete años, acaba de ser expulsado del instituto y no está nada contento con tener «a esa vieja arpía» en casa, menos aún en la habitación donde murió su madre.

Al inicio de la cinta Sam pregunta a su padre, Robert (Marton Csokas), si venderá el hermoso caballo blanco de su madre: no lo hará, y el animal se pasea por los alrededores de la finca con una presencia que intenta ser poética, sobre todo en una de las escenas posteriores cuando Sam, fuera de lugar, se muestra decidido a entregarse a la desesperanza tras tener que lidiar con el duro carácter de su abuela. Ruth es una mujer tenaz y descreída, con algo de sentido del humor pero muy propensa a la grosería, sobre todo con respecto a su bebida: se acaba una botella de ginebra al día, y no admite que se la agüen. Cuando Sam intenta pasarse de listo, Ruth le tira un vaso a la cabeza: «dame mi ginebra, mierdecilla», le grita furiosa.

Es fascinante ver que, mientras Rampling interpreta a una Ruth feroz, es a la vez lo suficientemente consciente para dejar espacio a su joven colega y así el personaje no se vea aplastado en ningún momento por la maestría de su actuación. Dice un crítico que no se imagina a otra actriz interpretando a Ruth: yo me imaginé a Meryl Streep, pero es indudable que esta se habría tragado al jovencito sin reparar en que este tiene que aportar la suficiente presencia para que la dinámica del dúo funcione.

En cuanto Robert tiene que irse a Inglaterra a poner orden en las finanzas de Ruth, Sam sabe que tendrá que echar una mano a la enfermera Sarah (Edith Poor) con su abuela. Sarah ha intentado que Ruth tenga algo de compañía trayéndole a un sacerdote para que conversen, a quien Ruth ofende ofreciéndole un cheque y exigiéndole que se largue. Pero Sam irá entendiendo que su abuela está interesada en él, y ella lamenta que ser quien ocupe la habitación de su madre. A partir de entonces sabemos que estamos ante un drama familiar que se abstiene de sentimentalismos al último minuto, en gran parte gracias a las actuaciones tanto del joven como de Rampling. Sam y Ruth empiezan a conocerse —«¿tu abuela era fotorreportera de guerra?», preguntan los amigos de Sam— y el cariño empieza a surgir para que el luto se apague y la redención de ambos se haga realidad.

Juniper es el enebro, ese árbol bajo de tronco fuerte y rojizo, cuyos frutos se usan en Escocia para darle sabor a la ginebra. Pero más que una suerte de sobrenombre para Ruth, que pareciese ser la idea del director debutante Saville, quisiera quedarme con otra de las interpretaciones posibles del simbolismo del enebro: ese árbol bajo el cual se escondieron el Niño Jesús y sus padres de los soldados de Herodes cuando huían a Egipto. Ruth, sin pretenderlo del todo, ha guarecido el espíritu de su hijo y su nieto para siempre.

Narcisa García

https://www.youtube.com/watch?v=PxmQYDSTk_Y

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