Crítica

Público recomendado: +13

Flee, película documental danesa dirigida por Jonas Poher Rasmussen, explora los traumas de un joven que emigra de Kabul a finales de los años ochenta, cuando los muyahidines arrasaron la ciudad.

El documental mezcla las declaraciones reales de Amin con el estilo de una película de animación infantil. Nunca puede verse al Amin real ni se conoce su verdadero nombre. Lo único que se sabe de él es que vive en Dinamarca y que es homosexual, desea usar un seudónimo para no levantar sospechas y por miedo a las represalias.

Flee comienza narrando la despreocupada infancia de Amin en Kabul en la década de 1980, donde podía volar cometas y jugar con sus hermanos y hermanas. Tras la toma de Afganistán por los talibanes, después de que su padre fuera encarcelado y desapareciera, la familia se trasladó primero a Rusia, teniendo que recurrir a traficantes de personas para llegar hasta allí y luego al norte de Europa.

Siendo niño y después adolescente, el protagonista se vio obligado a abandonar el único mundo que ha conocido y a separarse de su familia, que intenta desesperadamente ponerse a salvo en Europa. Tras numerosas experiencias traumáticas, Amin llegó solo a Dinamarca, donde acabó construyendo una vida. 20 años después, se sienta con su amigo del instituto, el propio cineasta Jonas Poher Rasmussen, mientras se esfuerza en relatar por primera vez los acontecimientos que le llevaron allí y por qué no puede ser totalmente sincero ni siquiera con su pareja.

Se trata de un documental conmovedor, excelentemente narrado con estilos de animación adaptados a la dureza de la historia. El pasado de supervivencia de Amin es desgarrador y contrasta con su vida de éxito actual como académico.

Debido a que su llegada a Dinamarca fue ilegal, se vio obligado a vivir una mentira desde muy joven. La mentira acabó convirtiéndose en parte de su identidad y teme que el desvelarla públicamente acabe por afectar al porvenir profesional y personal que tan celosamente se ha labrado. También le preocupa que pueda tener consecuencias negativas para el resto de su familia, que ya han logrado una vida asentada en el viejo continente.

El relato, que también incluye imágenes de archivo reales de la época, se transmite enteramente desde la perspectiva de Amin, como una especie de sesión de terapia con un amigo, sin ser juzgado nunca. El anonimato que le permite esta cinta animada le sirve para desprenderse de sus secretos, como desahogo, y para desarrollar lo que es la verdadera confianza en sus relaciones personales.

Por otro lado, aunque poco prolíferos, el film presenta algunos momentos de alivio que ayudan a disminuir la tensión, como los pequeños actos de bondad que encuentra a lo largo de su trayecto como emigrante y el verdadero amor que todos los miembros de la familia se demuestran.

A pesar de la dureza de la historia, se trata de una propuesta hermosa, personal y necesaria compuesta para que, a través de esta persona, el espectador se sumerja en el complejo drama humano de la vida de los migrantes y refugiados, que hoy también existen y se cuentan por millones. Según datos de ACNUR, a finales de 2020 había en todo el mundo: 26,4 millones de refugiados y 48,0 millones de desplazados internos (debido a conflictos).

Todo ello justifica que Flee esté nominada a los Óscar este 2022 en 3 categorías (mejor documental, mejor película extranjera y mejor cinta de animación).